—BIENVENIDA:
El tiempo de Pascua nos reúne para celebrar, más que nunca, la resurrección de Jesucristo. Y en este Cuarto Domingo de Pascua, llamado también Domingo del Buen Pastor, porque en la liturgia se proclama la conocida página del evangelio de san Juan en la que Cristo se presenta precisamente como el buen pastor que da su vida por las ovejas", como todos los años, la Iglesia realiza la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.
—LITURGIA DE LA PALABRA:
1ª. LECTURA: (Hch 2, 14a. 36-41)
En este relato del inicio de la misión de la Iglesia, vemos claramente nuestra responsabilidad: predicar la Palabra del Señor a todos los hombres.
SALMO RESP.: (22, 1-6)
R. El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
2ª. LECTURA: (1 Pe 2, 20b-25)
Pedro, el primero de los Apóstoles, nos exhorta a vivir según el ejemplo que nos dejó Jesús, única forma de pertenecer realmente a su rebaño.
EVANGELIO: (Jn 10, 1-10)
Jesús es el Buen Pastor, que hoy nos llama en forma personal. Escuchemos con atención la proclamación del santo Evangelio.
HOMILÍA
—ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Hermanos, en la certeza que nuestra súplica será escuchada, y con el mismo entusiasmo de los primeros cristianos, que creyeron en la resurrección del Señor, oremos con toda confianza.
GUÍA: A cada una de las intenciones responderemos orando:
"POR JESÚS, EL BUEN PASTOR, ESCÚCHANOS SEÑOR"
—Dios de bondad, te pedimos por la Iglesia y nuestro querido Papa Francisco, para que en su voz escuchemos también hoy el explícito mandato del Señor, rezando incansablemente y juntos al dueño de la mies que envíe obreros a su mies, oremos...
—Te pedimos por nuestros sacerdotes, para que, en comunión con sus Obispos, anuncien fielmente el Evangelio y celebren los sacramentos, cuidando al pueblo de Dios, y estén dispuestos a evangelizar a toda la humanidad, oremos...
—Te pedimos por los seminaristas, las religiosas y todos los que están realizando un ideal de vida totalmente consagrada a tu servicio, para que María Santísima les enseñe a escuchar a su divino Hijo y les ayude a decir con la vida: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad”, oremos...
—Te pedimos que abras el corazón de los padres para que, con caridad solícita, atención prudente y piedad amorosa, sean para sus hijos guías seguros hacia los bienes espirituales y eternos, oremos...
—Suscita en el alma de los jóvenes una conciencia recta y una voluntad libre, para que, creciendo en sabiduría, edad y gracia, acojan generosamente el don de la vocación divina, oremos…
—Te pedimos por todas las familias católicas, para que nos dispongamos a cumplir tu voluntad, y a acompañar con prudente delicadeza a cuantos de entre nosotros sean llamados a seguir más de cerca a tu Hijo, oremos...
CELEBRANTE:
Padre bueno, junto a estas intenciones te confiamos los jóvenes y las jóvenes del mundo, pidiéndote que María Santísima, Reina de los Apóstoles, les enseñe a pronunciar el sí que da significado a la existencia y hace descubrir el nombre escondido por Dios en el corazón de cada persona. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
—PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Presentemos ahora, al Dueño de la mies, nuestro sincero propósito de ser verdaderamente los operarios que Él necesita.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
—DIÁLOGO DEL PREFACIO: Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
Jesús es el Buen Pastor que nos conoce y nos ama; Él es quien ha dado su vida para que nosotros tengamos la vida de la gracia. Por ello, con fe renovada, cantemos ahora nuestra acción de gracias al Padre de los Cielos: el Dueño de la mies.
—COMUNIÓN:
Al acercarnos a comulgar, tengamos presente que en nuestra respuesta a Jesús es donde encontramos la comunión con Él como miembros vivos de un mismo cuerpo, que es la Iglesia.
Cantamos...
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado,
pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
Amén.
Nos despedimos cantando...
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