Inicial.
En nuestro camino hacia la Pascua, estamos ya a las puertas de la Semana Santa, que iniciaremos el próximo domingo, Domingo de Ramos.
Hoy, la liturgia nos habla de Vida. Luego escucharemos en el Evangelio la gran afirmación de Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá”. A todos nos cuesta creer en estas palabras y, más aún vivirlas, pero esta es nuestra fe y nuestra esperanza.
Primera Lectura.
Los que militan en destierro y servidumbre están como en el sepulcro. El profeta no habla de resurrección, sino de vitalización para los que viven sin esperanza. El Espíritu eterno, fuente de la vida, arrancará a su pueblo del botín de la muerte.
Segunda Lectura.
La presencia del Espíritu Santo en el cristiano es precisamente lo que garantiza la resurrección corporal. Es, pues, improcedente plantearse una espiritualidad cristiana de espaldas al cuerpo, al mundo, a la Historia, a las realidades temporales.
Evangelio.
Cristo se ha manifestado como el Agua que apaga toda sed, como la Luz que vence toda tiniebla, y ahora se manifiesta como la Vida misma, vencedora de la muerte. La resurrección de Lázaro es anuncio de su propia resurrección y promesa de resurrección para todos.
Aclamamos al Evangelio puesto de pie.
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