Seis días después Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó a un monte alto a solas. Y se transfiguró ante ellos. Su rostro brilló como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. Y se le aparecieron Moisés y Elías hablando con él. Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, qué bien se está aquí. Si quieres, hago aquí tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Aún estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió, y una voz desde la nube dijo: «Éste es mi hijo amado, mi predilecto, escuchadlo». Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, aterrados de miedo. Jesús se acercó, los tocó y les dijo: «Levantaos y no tengáis miedo». Alzaron ellos sus ojos y no vieron a nadie, sino sólo a Jesús. Y mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie esta visión hasta que el hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos».
- Escribe una situación de tu vida en la que te hayas olvidado de todo y sólo hayas pensado en ti mismo.
- ¿Por qué crees que a veces hacemos nos preocupamos sólo de nosotros mismos? ¿Cómo podemos cambiar? ¿Cómo nos ayuda Dios para estar atentos a los demás?
- Escribe un compromiso que te ayude ser una persona que no piense sólo en si misma.
que busque y procure esos tiempos
de “montaña”
para escuchar lo que Dios Padre
quiera decirme.
Que en la vida te encuentre, Señor Jesús,
y en la “montaña” también.
Que en la vida sea lo que he descubierto en la “montaña”.
Que tanto la vida como la montaña
sean espacios, momentos de realización
de tu Reino.
Señor Jesús,
que sepamos transformar este mundo
según tu Proyecto.
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