—BIENVENIDA:
Nos encontramos en el segundo domingo de Cuaresma: el tiempo que significa para nosotros un verdadero camino de conversión profunda de nuestras vidas; camino de verdaderos peregrinos que buscan la patria del Cielo, escuchando el llamado de Dios, tal como se los hizo a Abrahán.
Hoy el Señor se nos manifiesta en el esplendor de su gloria, de su divinidad, y nos concede pregustar, como a los Apóstoles en el Tabor, momentos de felicidad contemplándola, pero también nos muestra que esta felicidad se alcanza al final de un duro peregrinar: el peregrinar del Nuevo Pueblo de Dios, en el que somos sostenidos por Él y con la esperanza cierta de alcanzar la meta final.
—LITURGIA DE LA PALABRA:
1ª. LECTURA: (Gn 12, 1-4a)
En este relato del primer libro de la Biblia, vemos el llamado del Señor a Abrahán, y en él, el llamado que nos hace hoy a cada uno de nosotros.
SALMO RESP.: (32, 4-5. 18-20. 22)
R. Señor, que descienda tu amor sobre nosotros.
2ª. LECTURA: (2 Tim 1, 8b-10)
Hemos sido llamados con una vocación santa, y si respondemos a ese llamado, como lo hizo Abrahán y Cristo, seremos conducidos a la transfiguración victoriosa y triunfante.
EVANGELIO: (Mt 17, 1-9)
En el Evangelio vemos el pasaje de la transfiguración de Jesús, tan lleno de detalles simbólicos, donde Él anticipa a sus discípulos más íntimos, el desenlace victorioso de su misión de comunicar vida.
HOMILÍA
—ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Queridos hermanos, elevemos nuestra plegaria a Dios en la que le pedimos, desde nuestra situación de hijos suyos que nos esforzamos por vivir la fe en Jesucristo resucitado, que nos ayude en este tiempo a prepararnos para compartir la gloria de su Reino.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
"MUÉSTRANOS TU REINO, SEÑOR"
—Para que sepamos ver en la Santa Iglesia, a pesar de su humanidad pecadora -que somos todos nosotros-, a tu Espíritu que es quien verdaderamente la guía y le da vida, te pedimos...
—Para que siempre escuchemos en la voz del Papa Francisco y de nuestros obispos, la voz de tu Hijo, que hoy nos llama a recorrer, junto a Él, el camino de la cruz, te pedimos...
—Para que todos los que habitamos nuestra patria, en especial nuestros gobernantes, nos unamos para pedir por la protección de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, te pedimos...
—Para que todos los que sufren, en el ofrecimiento de su dolor encuentren el camino hacia tí y para que en nosotros encuentren la manifestación de tu amor misericordioso de Padre, te pedimos...
—Para que toda nuestra comunidad, haga de este tiempo, un verdadero camino de lucha y sacrificio, un camino de la cruz, que nos lleve a la transfiguración que conduce a la patria definitiva del Cielo, te pedimos…
CELEBRANTE:
Señor, haz que tu pueblo vaya penetrando debidamente el sentido de la Cuaresma y se prepare así a las fiestas pascuales, para que la penitencia corporal, propia de este tiempo, sirva para la renovación espiritual de todos tus fieles. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
—PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Sobre la mesa del altar, junto al pan y el vino, presentemos a nuestro Padre un sincero deseo de cambio profundo de nuestras vidas, para vivir auténticamente los valores evangélicos en toda ella.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
—DIÁLOGO DEL PREFACIO: Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
Que nuestra celebración de hoy sea un canto de acción de gracias, porque Dios nos hace partícipes de la Gloria de Jesucristo resucitado.
—COMUNIÓN:
El comer juntos el pan de la Eucaristía, es como una transfiguración para salir renovados, para dejar todas las seguridades y vivir la aventura de fiarnos sólo de Dios.
Cantamos...
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado,
pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
Amén.
Nos despedimos cantando...
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