Inicial.
En nuestro camino hacia la Pascua, hoy la liturgia nos invita a la alegría, quizás porque en medio de la Cuaresma, vemos ya próximas en el horizonte las fiestas pascuales.
Las lecturas nos van a hablar de luz. Luz para descubrir a Dios en nuestra vida y luz que los cristianos debemos ser para el mundo. Vamos a pedir en esta Eucaristía que Dios aleje de nosotros la tiniebla, para poder contemplar el mundo con ojos limpios y luminosos, y que esa luz llegue también a nuestro corazón e ilumine nuestros sentimientos y nuestro obrar.
Primera Lectura.
El Señor nos dice por boca de su enviado, que el hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón. Escuchamos cómo fue elegido y ungido David como rey, tan decisivo en la historia de Israel.
Segunda Lectura.
San Pablo nos recuerda que, por el bautismo hemos pasado de las tinieblas a la luz, y que, caminando como hijos de la luz, nuestros frutos han de ser la bondad, la justicia y la verdad.
Evangelio.
No hay ciego mayor que el que no quiere ver. Jesús se presenta ante nosotros y se nos acerca como se acercó al ciego de nacimiento. Dejemos que cure nuestra ceguera y podamos así ser luz y guía para otros.
Aclamamos al Evangelio puesto de pie.
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