MONICIONES (Domingo 7 Tiempo Ordinario - A)
Inicial.
El Señor nos reúne de nuevo para celebrar la Eucaristía en este último domingo del Tiempo Ordinario, en su primera parte, que retomaremos después de la fiesta de Pentecostés, al final de mayo. Estamos ya a las puertas de la Cuaresma, la iniciaremos el próximo miércoles con la imposición de la ceniza, y tenemos que disponernos para vivir aún con más intensidad nuestra vida cristiana: en la oración y en los sacramentos, en la participación en la comunidad y en el compromiso solidario.
Hoy, Jesús que reconoce las reacciones del corazón humano ante la violencia, nos dice que no basta con no pasarse devolviendo el mal que hemos recibido; el discípulo no tiene razón para la violencia. Y, todavía nos lo pone en poco más difícil, no se trata de amar al hermano, nos propone amar a los enemigos. Esta es la novedad. Lo demás es hacer lo que todo el mundo hace y el discípulo tendrá que ser diferente, como lo fue Jesús entre los suyos.
Primera Lectura.
El secreto de la santidad es el amor. Amor a Dios, observando sus preceptos y que se concreta en el amor al prójimo. Estos mandamientos encierran la Ley. Ésta página del Levítico nos prepara para escuchar luego a Jesús en el evangelio.
Segunda Lectura.
San Pablo nos recuerda que somos templo de Dios y que todas nuestras acciones le son conocidas. Por tanto, todas nuestras acciones deben ser dignas de aquél que habita en nosotros, y nos llama a la unidad y a la santidad.
Evangelio.
Nos disponemos a escuchar en el Evangelio la continuidad del sermón de la montaña y hoy nos plantea dos nuevos ejemplos a modo de antítesis, y que tratan sobre la venganza y el perdón, y sobre el amor a los enemigos.
Puestos de pie cantamos aleluya.
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