ENTRADA
Un domingo más el Señor y su iglesia les dan la bienvenida.
Nuestra eucaristía dominical es una reunión de pecadores que creen en la misericordia de su salvador, en el saber y docilidad de su médico.
¿Quieren acercarse a su Dios? ¿Se alegran de ser invitados a compartir su mesa, su pan y su amor para hacerles capaces de repartir también su mesa , su pan y su amor?
Nuestra presencia en la iglesia, en este día, no es una llamada a consumir sino a consumar nuestra alianza con Dios y los hermanos.
Comenzamos con el canto de entrada.
PRIMERA LECTURA
Aquí estoy, dice Dios.
Aquí estoy, responde la comunidad.
Aquí estoy, dice el hermano que te necesita.
Aquí estoy, es la respuesta de muchos hombres y mujeres que se ha dejado seducir por Dios. Aquí estamos, hermanos, ¿pero para qué?
Escuchemos la proclamación del profeta Isaías
SEGUNDA LECTURA
Pablo nos recuerda a todos que su mensaje y su anuncio fue siempre el mismo: Cristo Jesús y éste crucificado.
Es el Espíritu de Dios el que nos lleva a la obediencia de la fe y el que trabaja en nosotros, no la sabiduría humana. Abramos nuestra vida a la acción de Dios.
Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
EVANGELIO
Ser sal, ser luz es la vocación del cristiano. Nuestras buenas obras son el buen sabor que damos al mundo. Nuestras buenas obras son la luz que ilumina y vence la tiniebla del mundo. Nuestra vocación cristiana es una llamada de servicio a los demás y a la causa de Jesús.
Escuchemos la proclamación del Evangelio.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Por el Papa y los obispos y sacerdotes para que con su palabra y su vida iluminen nuestras vidas.
Por todos los gobernantes para que pongan a disposición de los más pobres los recursos necesarios para que vivan con dignidad.
Por todas las comunidades cristianas y especialmente la nuestra, para que seamos sal y luz en nuestros ambientes.
Por todos los niños y jóvenes de nuestra parroquia, para que descubran con nuestra ayuda la alegría de ser cristianos.
Por todos los grupos y movimientos parroquiales, para que sintamos la necesidad de ser evangelizados todos los días.
Por los difuntos de nuestras familias y de la parroquia y (nombres), para que disfruten de la paz en el banquete del reino.
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