18 febrero 2023

La verdad de los que sobran

 

No se ve la prosperidad
de una familia
por las apariencias desplegadas
en la fachada de la casa.
El frente se decora
con la rapidez de un espectáculo
que cambia de escenario.

El basurero despreciado,
en la puerta de servicio,
es mucho más veraz.
Él te dirá cómo viven:
si sólo tiran cáscaras de papas
o colas de langosta,
revistas de lujo
o el diario vespertino;
si desechan ropa todavía nueva
cuando cambia la estación
o si rehacen la vieja
para cuidar el qué dirán.

No se ve la justicia
de una gran ciudad
por los grandes monumentos,
los discursos oficiales
y las altas torres de cristal
que bordean las grandes avenidas.

Los marginados sin letras
conocen más verdad.
El chófer del ministro
te contará sus aventuras,
y el albañil de su mansión
sabe del camión oficial
con material de contrabando.

Escucha las historias
que cuentan los que sobran:
sus cuerpos exprimidos
han pagado el precio
de las grandes construcciones,
y su grito ha quedado disuelto
en el asfalto de las calles.

Para conocer la verdad y la mentira
que esconden las apariencias oficiales,
hay que buscar en el revés de la ciudad,
en el basurero de la historia
.

Benjamín González Buelta, En el aliento de Dios,  
Ed. Sal Terrae, Santander 1995, págs. 118-119 

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