01 diciembre 2022

VEN SEÑOR JESÚS

 VEN SEÑOR JESÚS

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Desde que, ahora, hace dos mil años, Jesús se marchó, todos sus seguidores le esperamos, día a día. El "Ven Señor Jesús" es la jaculatoria más antigua de la Iglesia y generación tras generación los cristianos esperan esa vuelta. Llama la atención como, incluso, San Pablo pudo pensar al principio de su predicación que la segunda llegada del Señor estaba muy próxima. A partir de esa "decepción" hemos aprendido a esperar sin fecha, aunque con el mismo entusiasmo. Por eso, el Adviento y la Navidad son un camino anticipado hacia la Parusía. Juan, el Bautista, nos va a recordar en el Evangelio de Mateo que leemos en este Segundo Domingo de Adviento que está próxima esa venida y, por tanto, la culminación en la Tierra del Reino de los Cielos. Nos marca un camino de arrepentimiento y conversión para mejor esperar al Señor. Y, ciertamente, esa dirección sirve, igualmente, para esperar la conmemoración del Nacimiento del Niño Dios que esa vuelta gloriosa, ante la cual también hemos de estar expectantes.

2.- Juan Bautista es el último profeta del Antiguo Testamento y marca la soldadura y transición entre las dos etapas de la acción de Dios en el mundo. Juan tenía una vocación fuerte y un comportamiento austero que lindaba ya con lo infrahumano. Su sinceridad era evidente y esa sinceridad le costó la vida ante Herodes por no callar los pecados del rey. Juan, además, no se atribuyo jamás poder alguno y solo su capacidad anunciadora. El Evangelio hace referencia a la profecía de Isaías que marca el ámbito de la proclamación del Nuevo Camino en el desierto. Y en el desierto iba a formarse Juan a la espera de la Primera Venida. La profecía de Isaías tiene un epilogo de concordia que ha inspirado nuestro editorial de esta semana y que, sin duda, reúne un camino de paz impensable: la concordia de las bestias, la vuelta a la Naturaleza del Jardín del Edén donde los conflictos -ni siquiera los relativos a la supervivencia- existían.

3.- San Pablo, en la Carta a los Romanos, establece perfectamente la relación entre la época veterotestamentaria y la puramente evangélica. No pueden separarse. La primera ha anunciado y ha hecho posible la segunda. Nosotros somos herederos del padrinazgo que Dios otorgó al pueblo de Israel. Por eso la escena de Belén, incluso en su concepto más científico o arqueológico, nos llena de felicidad. Y es que las aproximaciones históricas a la Palestina de tiempo de Jesús nos abre aún más el entendimiento para mejor esperar al Niño Dios. ¡Ven, Señor Jesús!

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