Señor, antes de entrar en el bullicio y aturdimiento del fin de año,
quiero esta tarde encontrarme contigo despacio y con calma.
Son pocas las veces que lo hago.
Tú sabes que ya no acierto a rezar.
He olvidado aquellas oraciones que me enseñaron de niño
y no he aprendido a hablar contigo de otra manera más viva y concreta.
Señor, en realidad, ya no sé muy bien si creo en ti.
¡Han pasado tantas cosas estos años!
Ha cambiado tanto la vida y he envejecido tanto por dentro...
Yo quisiera sentirte más vivo y más cercano.
Me ayudaría a creer. Pero me resulta todo tan difícil...
Y, sin embargo, Señor, yo te necesito.
A veces me siento muy mal dentro de mí.
Van pasando los años y siento el desgaste de la vida.
Por fuera todo parece funcionar bien:
el trabajo, la familia, los hijos.
Cualquiera me envidiaría.
Ya ha pasado un año más.
Esta noche comenzaremos un año nuevo,
pero yo sé que todo seguirá igual.
Los mismos problemas, las mismas preocupaciones,
los mismos trabajos. Y así, ¿hasta cuándo?
¡Cuánto desearía poder renovar mi vida desde dentro!
Encontrar en mí una alegría nueva,
una fuerza diferente para vivir cada día.
Cambiar, ser mejor conmigo mismo y con todos.
Pero la experiencia me dice que no puedo esperar grandes cambios.
Estoy demasiado acostumbrado a un estilo de vida.
Ni yo mismo creo demasiado en mi transformación.
Por otra parte,
tú sabes cómo me dejo arrastrar por la agitación de cada día.
Tal vez por eso no me encuentro casi nunca contigo.
Tú estás dentro de mí y yo ando casi siempre fuera de mí mismo.
Tú estás conmigo y yo ando perdido en mil cosas.
Si al menos te sintiera como mi mejor amigo...
A veces pienso que eso lo cambiaría todo.
Qué alegría si yo no te tuviera esa especie de temor
que no sé dónde brota, pero que me distancia tanto de ti...
Señor, graba bien en mi corazón
que tú hacia mí sólo puedes sentir amor y ternura.
Recuérdame desde dentro que tú me aceptas tal como soy,
con mi mediocridad y mi pecado,
y que me quieres incluso aunque no cambie.
Señor, se me va pasando la vida,
y a veces, pienso que mi gran pecado
es no terminar de creer en ti y en tu amor.
Por eso, esta noche yo no te pido cosas.
Sólo que despiertes mi fe,
lo suficiente para creer
que tú estás siempre cerca y me acompañas.
Que a lo largo de este año nuevo no me aleje mucho de ti.
Que sepa encontrarte en mis sufrimientos y mis alegrías.
Entonces tal vez cambiaré. Será un año nuevo.
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