ENTRADA
Celebramos, hermanos, el último domingo de Adviento. Hemos escuchado las profecías sobre el Mesías Salvador. Ya están a punto de hacerse realidad. Una joven, una Virgen, tiene el secreto guardado en el corazón. Está dispuesta a entregarnos el mensaje de Dios, el Hijo de Dios que viene a salvarnos.
A nosotros nos toca avivar nuestra esperanza y nuestra fe.
A nosotros nos toca acoger con amor y dar hospedaje al niño que nace para nosotros.
Comencemos esta fiesta con el canto de entrada.
PRIMERA LECTURA
El profeta Isaías nos señala el camino, nos revela un nombre y nos da una señal de parte de Dios.
La Virgen está embarazada. Dios actúa en la vida de los hombres. Quiere actuar También en nuestra vida.
Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
SEGUNDA LECTURA
Pablo nos recuerda el origen del Hijo. Según la carne es descendiente de David, según el Espíritu es Hijo de Dios.
El Espíritu que habita en nosotros quiere hacernos libres y llenarnos de la gracia y la amistad de Dios.
La Navidad es obra del Espíritu. Es invitación a nacer del Espíritu.
Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
EVANGELIO
María y José, protagonistas de este evangelio, viven la obediencia de Dios. No siempre entienden su voluntad sobre sus vidas. Pero sí entienden que tienen que confiar en Dios.
Gracias a ellos nos es dado a nosotros contemplar y amar al Hijo de Dios.
Escuchemos la proclamación del evangelio.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Te pedimos, Padre, por los servidores de tu Iglesia, el Papa, los Obispos y los sacerdotes, concédeles predicar el evangelio al pueblo fiel con valentía y sabiduría.
Te pedimos, Padre, por los dirigentes de las naciones que en estas fiestas de Navidad hagan gestos de verdadera paz y reconciliación entre los pueblos que viven en guerra.
Te pedimos, Padre, por esta comunidad del Pilar, que todos los que la formamos aprendamos a vivir juntos y que nuestra fe en el niño que nace nos una a todos.
Te pedimos, Padre, por todos los niños de nuestra comunidad, que sus padres los amen y eduquen, sus catequistas les transmitan la fe, y la Iglesia los acoja con amor.
Te pedimos, Padre, por los difuntos de nuestra comunidad y de nuestras familias (…nombres…) asócialos a la gran familia de los redimidos.
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