02 diciembre 2022

II Domingo Adviento: ¡DIOS GRITA EN EL DESIERTO!

  ¡DIOS GRITA EN EL DESIERTO!

Por José María Maruri, SJ

1.- Muchos de nosotros, en varias ocasiones, hemos sufridos inundaciones, aquí y allá. Entonces sabemos que la seguridad de un futuro exige muchos cambios. Hay que canalizar ríos. Habrá que desviar, tal vez, carreteras y vías de tren construidas facilitonamente. No se puede salir del paso con limpiar los escombros y barro producido por las riadas. Se necesitan cambios definitivos y radicales en muchos casos. No bastan las chapuzas que duran poco tiempo.

Pues eso es lo que Juan gritaba en el desierto: “Convertíos”, que no es la chapuza de sacar a la luz los sacos de antracita de unos pecados amontonados en la oscuridad de una carbonería, dejando el almacén tan húmedo y oscuro como ha estado siempre.

* Convertíos es cambiar de actitud, es reorientar la vida, es tirar abajo la carbonería para convertir el antiguo solar en un hermoso jardín

* Convertíos es virar en redondo y deshacer el camino andado porque íbamos en dirección contraria. ¿No os habéis perdido nunca por una carretera nueva, amplia, sin apenas tráfico, para daros cuenta, de pronto que en lugar de ir a Talavera estáis yendo hacia Villaviciosa de Odón? El camino es cómodo, pero no me lleva donde voy

* Convertíos es cambiar de escala de valores, poner abajo lo que estaba arriba, y arriba, y arriba lo que de hecho estaba abajo.

2.- ¿No nos diría san Juan a nosotros “convertíos” al ver nuestra actitud religiosa tal vez reducida a salir del paso cumpliendo con unas prácticas más esenciales de misas, confesiones y comuniones, sin que haya una verdadera unión de nuestras voluntades a la del Señor? “He aquí la esclava del Señor”. También los fariseos exactos cumplidores de la Ley en lo externo.

-- ¿No nos diría “convertíos” si viera que consciente o inconscientemente tenemos todos puesto en lo más alto de la escala de valores “el pasarlo bien” o “el que no nos falte de nada”?

-- ¿No nos diría “convertíos” ante nuestra actitud con los demás, si no de hostilidad, sí de indiferencia ante sus problemas, que a lo más mueven nuestra compasión infructuosa, pero que difícilmente nos empujan a compartir?

¿No estaremos corriendo cómodamente por una hermosa carretera en dirección contraria al Reino de Dios? ¡Convertíos, parad, stop...! Qué por ahí no vamos a ninguna parte. Creo que san Juan podría haber sido un eficaz guardia de la circulación.

3.- ¿No os impresiona aquello de “una voz grita en el desierto”? ¿No creéis que estamos dejándole al Señor gritar en el desierto y en desierto hace ya muchos años?. Ese Dios que de las piedras puede sacar verdaderos hijos de Abrahán. Es decir, sinceros cristianos.

Dios nos lleva hablando a gritos a través de su Palabra Escrita infinidad de años y nosotros, tal vez, ni le oímos porque llevamos todos esos auriculares con la música muy alta. Porque si Él está en el desierto, somos nosotros los que no estamos en el desierto en cuya soledad podríamos escucharle, recibir sus ondas sin interferencias de otras ondas que impiden oírle.

Una voz grita en el desierto. Dios grita en el desierto. ¿No tendremos interés por escucharle? Adviento es buen tiempo para que cada uno trate, al fin, de escuchar lo que Dios nos viene queriendo decir hace mucho tiempo.

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