04 noviembre 2022

Reflexión domingo 6 noviembre: “SEREMOS CON ÁNGELES”

 “SEREMOS CON ÁNGELES”

Por Ángel Gómez Escorial

1.- Vamos recorriendo el camino hacia el final de año litúrgico. Y en estas fechas los textos se convierten en más “finalistas”, más “buscadoras” del llamado “tiempo futuro”. Con dos domingos más nos “enfrentaremos” al principio del Adviento y, por tanto, al principio de un nuevo periodo litúrgico, y un nuevo ciclo, el A. Despediremos, pues el ciclo C y con él tres años de recorrido de importantes enseñanzas. Estas cosas parecen muy técnicas y, si se quiere, un poco para curas y súperexpertos. Y, sin embargo, no es así. La liturgia, con las reformas que va experimentando a lo largos de los años, sigue un camino de “uso y disfrute” de la Palabra de Dios. A lo largo de los domingos de cada ciclo, por supuesto. Pero también a través de las lecturas de las misas diarias, se nos va ofreciendo una enseñanza organizada y coherente cuya única plataforma es la palabra de Dios.

Hoy nos enfrentamos a uno de los pasajes más conocidos del relato evangélico. Es aquel que ha dado nombre a una figura del “mal uso” retórico o político: la trampa saducea. Escuchamos adjudicar esa actitud tramposa a muchas actividades actuales. La trampa saducea no es otra cosa que plantear un problema que solo tiene la solución que buscan quienes la hacen. Como se ve en el relato de Lucas, unos saduceos, que no creían en la resurrección, plantean a Jesús una historia sin solución posible. Como se sabe, la ley judía obligaba a los hermanos a casarse con la viuda de otro hermano, si la pareja no había obtenido descendencia. Y claro aquí no hay escapatoria, mueren todos los hermanos sin tener hijos y se plantea exigir la pertenencia de la esposa: ¿de quién es la viuda? Visto con ojos más modernos ese sentido de la propiedad patrimonial del marido sobre la mujer no tiene, naturalmente, mucho sentido hoy, pero tampoco está muy alejado de posiciones actuales.

2.- Pero Jesús no iba a ir por ahí. En otras ocasiones, el Maestro de Galilea ha optado por el ingenio derrotando a sus enemigos, superponiendo a la pregunta de sus adversarios, otra. Pero hoy da un mensaje de vida eterna que va a sorprender a todos, y, claro, muy especialmente, a los saduceos, entonces. “Seremos como ángeles” y los viejos compromisos adquiridos en la tierra no tendrán validez alguna. La resurrección gloriosa tiene mucho de angélica, de espiritual, aunque, obviamente, en esa resurrección participará toda la persona humana, no solamente una parte. Cuerpo y alma seguirán unidos para mantener hasta la eternidad esa diferenciación de cada ser humano, esa identidad diferente, personal, no transferible. “Seremos como ángeles”.

En el Antiguo Testamento se contemplaba en parte la Resurrección. Es decir resucitarían los justos, los buenos, y los otros no saldrían del polvo de la fosa. Jesús, desde el primer día, habla de la resurrección de todos, independientemente de su premio o castigo. Y de los dos grandes partidos de la religión oficial judía, los saduceos negaban la resurrección y, por supuesto, la vida futura. Y no creían en ángeles, ni en ningún ser que residiera en un “más allá”. Y eso contrasta con los fariseos que si aceptaban la resurrección de los buenos y, por supuesto, aceptaban a los ángeles como servidores inmediatos de Dios y mensajeros de la relación divina con la humanidad. Lo más sorprendente es que, en tiempos de Jesús, los Sumos Sacerdotes, pertenecían al clan de los saduceos de donde se desprende que poco ejemplo de transcendencia y espiritualidad podrían dar a sus fieles. En realidad, eran unos eficaces administradores de la gestión del Templo. Y la estructura del Templo de Jerusalén gobernaba, por ejemplo, gobernaba la ciudad y se encargaba de sus obras públicas y de su administración. El Templo era pues una especie de Administración pública, más que un recinto de espiritualidad. Por supuesto, los fariseos estaban en el otro lado de la frontera. Y luchaban con uñas y dientes para aplicar una moralidad rampante y una serie ritos y costumbres que ahogaban a los fieles. Pero tanto saduceos, como fariseos, consideraban el dinero del Templo, el Tesoro, como sagrado. Ahí ni discutían.

3.- El enfrentamiento de saduceos y fariseos puede ser para nosotros, hoy, episódico y si más importancia que el valor histórico y arqueológico que le queramos dar. Pero Jesús de Nazaret define cual será nuestro papel tras morir. Y, como ya se decía al principio de este comentario, la promesa de ser como ángeles marca nuestro proyecto y nos prepara para el futuro. La vida que vayamos a vivir tras la Resurrección será distinta y se reflejará en esa tierra y en esos cielos nuevos que esperemos. Jesús, además, hace referencia a la enseñanza de la ley y de los profetas. Y por eso menciona al Dios de vivos mediante uno de los más antiguos testimonios de Moisés. El paralelismo de los siete mártires del libro de los Macabeos, tal como hemos escuchado en la primera lectura, con los siete hermanos de la trampa saducea tiene, asimismo, un alto contenido didáctico y una invocación clara de vuelta a la vida, a una vida mejor. Merece la pena, asimismo, glosar el versículo responsorial del salmo 16 que hemos leído hoy. “Al despertar me saciaré de tu semblante…” Es, sin duda, una bellísima promesa para la Resurrección que esperamos.

4.- Seguimos con la lectura de la Segunda Carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses. Como ya decíamos la semana pasada esta epístola llenará nuestras segundas lecturas hasta la llegada del Adviento. Pablo de Tarso enseña que Jesús es el gran consuelo para todos los momentos y, por supuesto, la fuerza que nos ayude a seguir el camino que Él mismo nos ha marcado. Comunica Pablo los ingredientes de una vida mejor, de una vida plena, inspirada en el ejemplo de Jesús de Nazaret.

En fin, que hoy debemos de meditar y contemplar esas palabras que Jesús pronunció hace más de dos mil años ante un grupo de saduceos tramposos. No podemos ver las cosas del la Vida Futura con recetas de nuestro tiempo, con cuestiones antropológicas y antropomórficas. “Seremos como ángeles”. Merece, pues, la pena pensar en ello y pedir a nuestros compañeros de camino, a nuestros ángeles custodios inspiración y fuerzas para estar siempre en ese camino hacia el mundo angélico en que se constituye nuestro futuro.

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