EL JUEZ INJUSTO
Por José María Maruri, SJ.
1.- Si ya –desde luego en otro tiempo—un célebre alcalde andaluz hubiera oído en tiempos de Jesús está parábola del Juez Injusto, hubiera sin duda dicho aquella frase que dijo en otra ocasión (**) y que estuvo a punto de costarle su vida política. Se ve que ya desde por los menos dos mi años atrás la justicia ha estado mal tratada…
La parte fuerte es el juez que ni teme a Dios ni le importan los hombres. La parte débil es una viuda que exige justicia sin tener más armas que su debilidad, pero que conoce la única debilidad del juez: su egoísmo, que le dejen en paz. Lo que el Señor nos quiere enseñar con la parábola del Juez Injusto está claro porque lo dice el mismo Evangelio: “quería explicar como tenían que orar siempre sin desanimarse”. Lo cual supone una parte fuerte que puede acceder a los ruegos, y una parte débil que pide. Y el que pide siempre es débil.
2.- En la gran Historia del mundo, lo mismo que en la pequeña historia de cada día hay ejemplos de una parte fuerte vencida por la debilidad. Gandhi venció con su debilidad al Imperio Británico, consiguiendo la independencia de la India, gracias a su constancia. Pues esta constancia es la que nos pide el Señor. Constancia hasta que nos oigan. Creo que no es falsear la parábola si pensamos que la viuda estuvo muchas veces a punto de tirar la toalla por cansancio. Lo mismo que el juez antes de tomar su decisión estuvo muchas veces dispuesto a ceder. ¡Os imagináis si el día que el juez le dice al alguacil que traiga a la viuda para hacerla justicia hubiera resultado que la viuda hubiera desaparecido! Y nosotros que acusamos al Señor de que no nos oye, cuántas veces hemos dejado al Señor con la pluma en la mano cuando se disponía a firmar el decreto de concesión de lo que pedíamos. Como el juez injusto tenía un punto débil por donde la viuda le atacó. También el Señor tiene un punto débil. Al juez no le importaban los hombres, por eso podía despreciarlos.
3.- --Al Señor le importan los hombres y las mujeres.
--Al Señor le importan tanto los hombres, le parece tan maravilloso ser hombre que Él mismo se ha hecho uno de nosotros.
--Le importan tanto los hombres que ha hecho por cada uno de nosotros lo que sólo un gran amigo hace por otro y es dar su vida por él.
--Al Señor le importamos tanto que se ha quedado con nosotros hasta el fin de los siglos.
Por eso nos dice Jesús: “¿Ese Señor os dará largas? ¿Dejará de hacer justicia?”
4. - ¿Nos os parece un maravilloso símbolo ese Moisés de la primera lectura con los brazos abiertos en oración pidiendo por su pueblo? ¿No os recuerda a esas personas queridas de nuestras familias; tal vez la abuela, tal vez la madre, que han volcado sus corazones delante del Señor pidiendo por cada uno de nosotros y a cuyas oraciones deberemos, sin saberlo, nuestro encuentro con el Señor en tanto momentos de nuestra vida? Moisés ayudado por los suyos para que no desfalleciera. Padres y madres de familia a los que agobian los problemas de los hijos, ayudaos el uno al otro para perseverar en esa oración hasta que lo consigáis, no tiréis la toalla en el momento en que el Señor os va a escuchar.
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