Gracias, Señor, por tu presencia continuada en medio de nosotros y por tu presencia real en nuestro corazón, al haberte recibido en esta comunión.
Gracias, por María, tu Madre y nuestra Madre, columna fuerte que afianza nuestra fe y alienta nuestra esperanza.
Gracias, porque a través de ella nos descubres la grandeza de lo pequeño, de lo humilde, del silencio, de la oración, de la disponibilidad, de la entrega generosa.
Madre, bajo tu amparo nos acogemos y a tu Pilar nos abrazamos. Acompaña nuestro caminar, ayúdanos a ser constantes en el amor y llévanos hacia tu Hijo.
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