Monición de entrada
Queridos hermanos, llegamos ya al vigésimo noveno domingo del tiempo ordinario, y nos llena de mucho regocijo reunirnos para la celebración de la santa Misa dominical. Sean todos bienvenidos.
La Palabra de Dios nos anima hoy a la oración perseverante e insistente. Lo hará de modo especial por medio de la parábola de la viuda.
Conscientes del poder que tiene nuestra oración, comencemos esta celebración de pie, cantando juntos el canto de entrada…
Moniciones a las Lecturas
Opción 1: Monición para todas las lecturas
Las lecturas de este domingo son un estímulo en nuestra vida de oración. “Para mostrarles la necesidad de orar siempre sin desanimarse”, Jesús cuenta a sus discípulos una parábola con el relato de una viuda que clama justicia al juez. Otro testimonio sobre la oración constante lo encontramos en Moisés, en el pasaje del libro del Éxodo. En el trasfondo de ambos textos está la confianza en el Dios cercano, que, como dice el salmo, guarda la vida de sus elegidos. Escuchemos con mucha atención.
Opción 2: Monición para cada una de las lecturas
Monción a la primera Lectura (Éxodo 17, 8-13)
Del libro del éxodo escuchemos sobre la eficacia que tuvo la oración de Moisés intercediendo por su pueblo. La mejor forma de ganar una batalla es por medio de la oración. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 17, 8-13
En aquellos días, Amalec vino y atacó a los israelitas en Rafidín.
Moisés dijo a Josué:
—«Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón maravilloso de Dios en la mano».
Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; mientras Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte.
Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel; mientras la tenía baja, vencía Amalec. Y, como le pesaban las manos, sus compañeros cogieron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado.
Así sostuvo en alto las manos hasta la puesta del sol.
Josué derrotó a Amalec y a su tropa, a filo de espada.
Palabra de Dios.
Monición al Salmo Responsorial (120)
Nuestro auxilio siempre viene del Señor, por eso, con el salmo 120, dirigimos nuestra mirada a Dios en nuestras dificultades. Digamos todos:
Salmo responsorial: Salmo 120, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8
Monición a la segunda Lectura (2 Timoteo 3, 14—4, 2)
Escuchemos ahora unas recomendaciones importantes que hace San Pablo a su discípulo Timoteo. Recomendaciones que también a nosotros nos servirán muchísimo para buscar la verdadera sabiduría.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 3, 14—4, 2
Querido hermano:
Permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado, sabiendo de quién lo aprendiste y que desde niño conoces la sagrada Escritura; ella puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación.
Toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud; así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena.
Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su venida en majestad: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir.
Palabra de Dios.
Monición al Evangelio (Lucas 18, 1-8)
Hoy dejemos que Jesús nos enseñe cómo debe ser nuestra oración. Por medio de una parábola nos dará una gran lección.
Cantemos primero el aleluya para escuchar el Santo Evangelio. De pie, cantemos.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 1-8
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:
—«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
«Hazme justicia frente a mi adversario».
Por algún tiempo se negó, pero después se dijo:
«Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara»».
Y el Señor añadió:
—»Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».
Palabra del Señor.
Oración de los Fieles
Hermanos, sabiendo que para Dios todo es posible, acudamos a Él con fe y esperanza, presentándole nuestras necesidades y anhelos. Digamos todos:
Padre misericordioso, escúchanos.
- Por la Santa Iglesia, para que, asistida siempre por el Espíritu Santo, pueda conducir a sus hijos hacia los tesoros perennes e imperecederos de el Reino de Dios. Oremos.
- Por los responsables del diseño de la economía mundial, para que trabajen por una distribución justa de los bienes que Dios nos ha dado y todos tengamos una vida digna. Oremos.
- Por los que padecen enfermos incurables y en fase terminal, para que nunca les falte la solidaridad, el consuelo y la compañía de una mano amiga. Oremos.
- Por todos nosotros, para que aprendamos la lección que Jesús nos ha enseñado hoy, y sepamos ser insistentes y perseverantes en la oración. Oremos.
Presentación de las Ofrendas
Con nuestros cantos ofrecemos también el pan y el vino, y con ellos llevemos al altar también nuestra confianza en Dios que cuida de nosotros.
Comunión
Cristo nos invita a compartir su mesa. Acerquémonos con fe a recibir y comer el Pan que da la vida. Cantemos.
Final
Cristo nos ha fortalecido con su Pan y su Palabra. Vayamos ahora a vivir nuestra vida en alabanza y agradecimiento confiando en Dios.
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