Inicial.
Cuando nos reunimos cada domingo para celebrar la Eucaristía, lo más importante que hacemos es dar gracias a Dios por su salvación, y recibir el alimento de la Palabra y del Cuerpo de Jesucristo.
Pero junto a esto, hacemos también otra cosa muy importante. Nos ponemos ante el Señor con toda nuestra vida, y le presentamos nuestros deseos, nuestras necesidades y nuestras dificultades, porque sabemos que él nos escucha y nos llena con su amor.
Pongamos nuestra confianza en Dios, que siempre escucha la oración de sus hijos.
Primera Lectura.
La vida a veces, es difícil para todos, como le sucedió al pueblo de Israel. Pero la oración insistente de Moisés lo salvó. Nuestra oración también contribuye a hacer un mundo mejor.
Segunda Lectura.
San Pablo, en su carta, nos recuerda que la Escritura es fuente de la verdadera sabiduría y nos trae la salvación. Cada uno de nosotros, nuestra comunidad parroquial y toda la Iglesia, estamos llamados a anunciar el Evangelio de Jesús al mundo.
Evangelio.
Jesús nos invita en el Evangelio a ser perseverantes en la oración, convencidos de que Dios nos oye y siempre escucha nuestras súplicas.
Puestos de pie cantamos aleluya.
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