PREPARACIÓN:
Antes de la salida del celebrante
Celebramos hoy el domingo vigésimo noveno durante el año, celebrando gozosamente la Pascua del Señor, con el compromiso de dar testimonio, de catequizar, educar y comunicar la Buena Nueva por todos los medios a nuestro alcance, sintiendo la necesidad de entrar en comunión y diálogo con los hombres que buscan la verdad en nuestro continente.
AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial
La Palabra de Dios nos invita hoy a orar perseverantemente, sin descanso, con humildad y confianza; oración que es un diálogo amoroso de apertura y aceptación, que siempre es escuchada por nuestro Padre, pero teniendo bien en claro que la ayuda de Dios no nos libera del trabajo y del esfuerzo de nuestra parte, ya que Él espera de nosotros el ofrecimiento de nosotros mismos y de todas nuestras actividades, siendo nuestra tarea, el consagrar a Dios el mundo.
1ª. LECTURA: (Ex 17, 8-13) (Ver texto)
Escuchemos ahora, en esta vieja historia del Antiguo Testamento, cómo el Señor escucha la plegaria de su pueblo.
SALMO RESP.: (120, 1-8) (Ver texto)
R. Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor.
2ª. LECTURA: (2 Tm 3, 14--4, 2) (Ver texto)
Estas recomendaciones de Pablo a su discípulo, son una seria advertencia también para nosotros, para que sigamos lo que implica nuestra fe.
EVANGELIO: (Lc 18, 1-8) (Ver texto)
Hoy Jesús, en el Evangelio, nos habla de la confianza que hemos de tener en el Señor, que nos escucha y está siempre atento a nuestras plegarias.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Y ahora hermanos, siguiendo las palabras de Jesús, que nos enseña que hemos de orar siempre, sin desanimarnos y seguros que Dios nos escucha, presentémosle a nuestro Padre del Cielo, con humildad, estas peticiones.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
“PADRE, HAZNOS INSISTENTES EN LA ORACIÓN”
v Padre santo, queremos que la Iglesia sea siempre fiel seguidora del camino de tu Hijo, que haga llegar a todos los hombres tu Palabra, de tal manera que sea escuchada, encarnada, celebrada y transmitida a los hermanos, y por ello te pedimos...
v Padre bueno, para que formando en nuestra Iglesia diocesana, una verdadera comunidad de amor, seamos fervientes en la oración y trabajemos comprometidamente por la salvación de nuestros hermanos, te pedimos...
v Señor de la vida, para que en nuestra Patria todos nos unamos de verdad, y así podamos superar las dificultades que nos encontramos viviendo, y por ello te pedimos...
v Padre misericordioso, por todas las madres, las que se encuentran acompañando nuestro camino en esta vida, para que reciban el mejor obsequio: el cariño de sus hijos; y las que ya no están con nosotros, para que se encuentran ya gozando de la verdadera vida, en la presencia del Señor, te pedimos...
v Dios de todo consuelo, para que sobre toda nuestra comunidad se derrame el Espíritu de tu Hijo, para que crezca siempre nuestra fe, para no cansarnos de acudir a Ti, para pedirte que no nos abandones y que tengas compasión de nuestra inconstancia en la oración, te pedimos...
CELEBRANTE:
Padre bueno, escucha las plegarias que con fe te hemos presentado, a ti que eres nuestro auxilio, y atiende nuestros anhelos, concediéndonos todo aquello que no nos atrevemos a pedirte. Por Cristo, nuestro Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Queremos ser en el mundo verdaderos fermentos para contribuir a su santificación, por eso ahora, presentemos a Dios, junto a las ofrendas, este compromiso.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
El Señor escucha siempre a su pueblo y nos bendice siempre con su amor. Por ello, ahora que renovaremos una vez más el mayor don de la bondad del Padre, demos gracias con alegría.
COMUNIÓN:
El entrar en una íntima comunión con Cristo nos implica entrar también en comunión con todos y cada uno de nuestros hermanos y así toda nuestra vida se hace una auténtica oración a Dios.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que jamás me separe de Ti.
Amén.
DESPEDIDA:
Al terminar esta Eucaristía dominical, y como fruto de ella, Pidamos al Padre que nos enseñe a hacer de nuestras vidas una perseverante oración, por la que asumamos el compromiso de ofrecernos también nosotros a Él, como Cristo, por la salvación de todos nuestros hermanos.
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