09 octubre 2022

LA VIRGEN DEL PILAR

 LA VIRGEN DEL PILAR

Por Pedrojosé Ynaraja

1.- Me acaba de enviar el "Dire" un e-mail, diciéndome que debo escribiros, mis queridos jóvenes lectores, un mensaje-homilía, para la fiesta del Pilar. Seré sincero desde el principio. Mi devoción, mi admiración y mi plegaria, se dirigen siempre a Santa María, la Virgen de Nazaret, la madre del Señor, mi queridísima madre espiritual. Cuando he de referirme a las advocaciones, lo hago con cierta precaución. Existe en el seno de la querida Santa Madre Iglesia, otro de mis amores, algo que la afea un poco en este terreno. La veneración a las imágenes, a las advocaciones, a los nombres de las imágenes de Santa María, en ciertas ocasiones, raya la idolatría, y esto me disgusta. No me place porque me pone a veces contra las cuerdas, en conversaciones con cristianos no católicos. El comportamiento ante ciertas imágenes de la Virgen, santiguarse por ejemplo, arrodillarse también, no entra entre los signos que debemos dedicarlas. Lo malo del caso, es que a veces estas maneras de obrar alejan a estos cristianos de la devoción mariana y es una pena. Esto es lo malo, vuelvo a repetirlo.

2.- Mi historia personal está jalonada por acciones de Santa María que me han consolado y alegrado. Según me explican, cuando yo era bebé y la familia iba a pasar el día a la ermita de Sieteiglesias, la patrona, me puse enfermo, tuve mucha fiebre. Explican que mis padres me pusieron en el altar y enseguida me curé. Más tarde, durante los tiempos difíciles de la Guerra Civil española, residíamos a poco más de un centenar de metros de la basílica del Pilar. Cada noche, mientras mi padre, camino del trabajo, se iba de casa, los restantes nos quedábamos rezándole a la Virgen. Y en aquellos tiempos difíciles Dios nos protegió y a mí me enseñaron a amar a Santa María. Recuerdo la emoción con que me despertaron para decirme con pesar que había sido bombardeado el lugar, aunque no hubiera sufrido desperfectos.

3.- Acabaré diciéndoos que cuando he recibido el encargo de escribiros, estaba preparando, paleta y cemento en mano, la fijación de la peana donde colocaré la pequeña imagen que durante toda la vida familiar, centró nuestras oraciones. Os he contado esto para que entendáis mi enojo cuando se le tributa idolatría y mi felicidad cuando se le rinde señales de amor hacia su maternal persona. Imágenes de piedra, madera o humilde escayola, sean del material que sean, son páginas en relieve de un libro que se ha ido escribiendo a través de los siglos. Unos leen unas páginas, llámeseles santuarios queridos, representaciones murales, bellas pinturas o sencillos cuadros, a otros les gusta otros.

4.- No puedo callar mi predilección por Nazaret y su entorno. Cuando visito aquella gruta no puedo ignorar que en aquel lugar, allí exactamente, se le propuso a María aceptar los planes misteriosos de Dios. Misteriosos para Ella y misteriosos todavía para nosotros. ¿A quien se le ocurre pensar que el Señor de Israel pueda someter sus proyectos a la libertad de una joven? Dios es atrevido y María fue valiente y generosa colaboradora. Allí es más fácil pensarlo y aceptar el vivir comprometido a ser fiel al Señor. Tomar precauciones, o decir que eso de ser santo es cosa de otro día, para cuando se acabe las tares que nos agobian, allí en Nazaret, sería ruin respuesta. Nobleza obliga. Parece que se oiga el eco de sus palabras y que cueste menos decidirse, arriesgarse a firmar el pliego en blanco, aceptando su voluntad, sin conocer los proyectos que para cada uno de nosotros tiene Dios.

5.- Una voz, nos dice el evangelio de hoy, que gritó: viva aquella cuyo seno que te albergó y de cuyos pechos mamaste. Jesús sin negar el papel que su Madre tuvo, añade: ¡que viva eternamente aquel que, oída mi Palabra, la cumple! Largamente os he explicado, mis queridos jóvenes lectores, como Santa María desde que yo era pequeño, me ha protegido y amado. Me siento privilegiado, no lo niego, pero pobre de mí si no respondiera a Dios como Ella lo hizo y proclamara siempre su amor. Vosotros, chicos y chicas, deberéis examinar vuestra existencia, para descubrir que vais cubiertos también de amor. Si no sabéis verlo, pedidle que, para que gocéis de optimismo y esperanza, ella os lo descubra. No quedaréis frustrados, nada gusta a una madre tanto como manifestar a sus hijos que les ama.

6.- Me cuentan, que la imagen del Pilar recibe honores militares de Capitán General con mando en plaza. Es un lenguaje simbólico que honra al estamento que se los tributa. Yo no puedo expresarme en tales grandilocuentes formas, lo mío se ciñe a la mirada, a las palabras, hasta a algún beso a alguna imagen. Conservo unas cuantas, si se trata de reproducciones en papel, seguramente tengo centenares. De manera semejante como conservo álbumes con fotografías de mis padres, de mi familia, de mis amigos. Desprenderme de ellas es posible hacerlo, olvidarlas no. Como olvidar las experiencias de amor que mediante tantas imágenes durante mi larga vida se me han trasmitido.

7.- A mi saludo frecuente: llena de Gracia, añado: en la hora de mi muerte ruega por mí. Millones de veces habré rezado el Ave-María, creo que a Ella le suena tan bien como los honores que el pueblo aragonés le tributa y el mundo hispanoamericano le reconoce. No ignoro antiguas historias que se refieren al origen de aquella imagen y aquel santuario. No me importan. Reconozco que el espíritu humano puede ser tan poderoso que engendre bellas leyendas, para estimular y satisfacer la devoción. Siempre que puedo, en Zaragoza, en Calahorra, en Matapozuelos, en Lourdes o en Santa María la Mayor de Roma, son algunos ejemplos, siempre que tengo oportunidad, me paro, entro en el santuario y rezo. Sé que millones de plegarias de otros fieles me acompañan y rezar con todos ellos aumenta mi fervor.

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