Te ofrezco, Padre,
mi corazón agradecido en esta mañana de domingo.
Gracias por lo mucho que me das:
por los detalles de cariño, aunque parezcan insignificantes,
por los dones que, de tantas personas, recibo sin saberlo,
por las sonrisas que por la calle me regalan,
por los rostros que no me son indiferentes…
Que no me olvide, Señor,
de cultivar la gratitud cuando descubro que todo es don,
de decir “gracias” por las pequeñas y las grandes cosas,
de agradecer el regalo de la fe que es un don y una tarea…
Te ofrezco, Padre,
mi corazón agradecido en esta mañana de domingo.
Gracias, Señor, de corazón
por los que me abrieron a la vida en una larga y sacrificada sementera;
por los que me hablaron de ti,
y me enseñaron con su vida cómo era tu corazón de Padre;
por los que me mostraron vitalmente el difícil arte del perdón;
por el trabajo de cada día
y por los compañeros con quienes comparto una ilusión de futuro.
Te ofrezco, Padre,
mi corazón agradecido en esta mañana de domingo.
Gracias por ti, mi Dios,
a quien adivino cada día en mí mismo
y en el rostro de las personas y de las cosas…
Haz de mi existencia un canto de acción de gracias:
por mi vida, tal como es,
y por las vidas de mis hermanos, tal como tú quieres que sean.
Acepta, Padre, un día más, mi corazón agradecido.
Isidro Lozano
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