Monición de Entrada
Bienvenidos, hermanos y amigos. Les deseamos paz y alegría de parte del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Estamos en el Domingo Trece del Tiempo Ordinario. La Liturgia de la Palabra de hoy nos habla de la Libertad, tema que siempre encuentra muchos simpatizantes pero pocos practicantes auténticos. Toda auténtica vocación exige libertad interior. La verdadera libertad consiste en no estar atado a nada ni a nadie, en poder moverse, en poder ponerse en camino, en poder siempre partir, en abrirse a la gozosa aventura de Dios.
Seguros de la Presencia del Resucitado aquí y ahora en medio de nosotros, y guiados por el Espíritu de amor, pongámonos de pie e celebremos con fe esta Eucaristía.
Monición de la Primera Lectura (1 Reyes 19,16.19-21)
Sólo los libres están disponibles. En esta Lectura del Primer Libro de Reyes, vamos a apreciar cómo Eliseo es capaz de liberarse de toda su riqueza sólo para seguir al profeta Elías y entrar a su servicio. Escuchemos.
Primera Lectura 1Reyes 19, 16b. 19-21
Lectura del primer libro de los Reyes
En aquellos días, el Señor dijo a Elías: «Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo de Safat, de Prado Bailén.»
Elías se marchó y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en fila, él con la última. Elías pasó a su lado y le echó encima el manto.
Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: «Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo.»
Elías le dijo: «Ve y vuelve; ¿quién te lo impide?»
Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo fuego con los aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente; luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio.
Palabra de Dios
Salmo responsorial: 15
Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: "Tú eres mi bien."
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Monición de la Segunda Lectura (Gálatas 5,1.13-18)
Pablo nos advierte que el corazón verdaderamente libre es el que obedece sólo a la ley del amor y del servicio recíproco. Cristo nos liberó para el amor. Escuchemos…
Segunda lectura Gálatas 5, 1. 13-18
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Gálatas
Hermanos: Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado.
Por tanto, manténganse firmes, y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud.
Hermanos, su vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sean esclavos unos de otros por amor. Porque toda la Ley se concentra en esta frase: «Amarás al prójimo como a ti mismo.»
Pero, atención: que si se muerden y devoran unos a otros, terminarán por destruirse mutuamente.
Yo les digo: caminen según el Espíritu y no realicen los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Hay entre ellos un antagonismo tal que ustedes no hacen lo que quisieran.
En cambio, si los guía el Espíritu, no están bajo el dominio de la Ley.
Palabra de Dios
Monición del Santo Evangelio (Lucas 9,51-62)
Hoy Jesús nos trae esta Buena pero exigente Noticia: ofrece la libertad total para aquellos que abandonen absoluta y urgentemente todo y lo sigan sin ninguna otra garantía sino Él mismo. Abramos los oídos, la mente y el corazón, y pongámonos de pie para escucharlo.
Evangelio Lucas 9, 51-62
+Proclamación del Santo Evangelio según san Lucas
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.
De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.
Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»
Palabra del Señor
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