15 abril 2022

SUFRIMIENTO

 Dice San Agustín en la Homilía sobre la Pasión del Señor; "Porque no habría tenido con qué morir por

nosotros sin esa carne mortal que de nosotros ha tomado. Así es como el ser inmortal ha podido morir,

así es como quiso dar la vida a los mortales; en el futuro les haría participar de lo que él es, después

de haber participado antes él mismo en lo que ellos son. Porque no teníamos en nosotros con qué vivir

y no tenía él con qué morir. Ha establecido, pues, con nosotros un maravilloso intercambio de

participación recíproca. Ha muerto gracias a lo que de nosotros procede. Vivimos gracias a lo que de

él procede".

"¡Maravilloso intercambio de participación recíproca!". Lo que los hombres viven es lo que tú has

vivido, Señor Jesús, y lo que tú has vivido es lo que los hombres siguen viviendo. Al observarte en tu

Pasión comprendo mejor lo que los hombres sufren como abandonos, atentados a su dignidad... No es

que esto justifique el sufrimiento; todo sufrimiento sigue siendo malo en sí mismo.

Pero tú no has

venido a explicar el sufrimiento ni a justificarlo, sino a asumirlo. Cada hombre, al asociar sus

sufrimientos a los tuyos, puede lograr que sus sufrimientos no sean absurdos. El sufrimiento es una de

las consecuencias del pecado, pero, a través de la encarnación, de la cruz y de la resurrección, existe

una realidad que desemboca en la victoria sobre el pecado, el sufrimiento y la muerte. Contigo, Señor,

ofrecemos todos los abandonos que hemos sufrido y que seguimos sufriendo todavía; contigo

ofrecemos todos los atentados a la dignidad que unos hombres -nosotros quizá- infligen a otros

hombres.

Que contigo y en ti quedemos victoriosos de todo abandono, de todo aplastamiento, de todo

pisoteamiento del hombre y de su dignidad; victoriosos de todo sufrimiento, contigo, Jesús que sufres,

crucificado y resucitado. Amén. Aleluya.

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