Tienes un plan, una hoja de ruta que requiere, como punto básico, ponerse a la escucha. “A vosotros que me escucháis os digo…”.
Con tantas distracciones alrededor es posible que ni siquiera lleguemos al punto básico. Pero no nos pongamos negativos, vamos a pensar que sí, que llegamos a escuchar desde dentro: “Amad a vuestros enemigos”.
Suena contra natura. El individualismo reinante nos pone en guardia: cualquiera puede ser el enemigo. Bajar la guardia es complicado. ¿Qué significa este mensaje?… y hay más: “Haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian”. Algunos ya tuvieron bastante, se retiran.
“Haced el bien… sed misericordiosos… no juzguéis… perdonad… dad…”. “Amad a vuestros enemigos”, escuchan de nuevo quienes quedaron expectantes.
Es muy posible que interpretemos este evangelio mirando siempre hacia fuera, a los otros. Habría revisar, humildemente, lo que sucede dentro de cada uno.
Empecemos por un poderoso enemigo interno: el ego. Campa a sus anchas tomando decisiones sobre quien es amigo, quien enemigo. Sus prácticas son sibilinas, egoístas, discriminatorias, selectivas, abusivas… y va tejiendo una red que es la envidia de la araña más ingeniosa. El miedo es su principal arma, disimulada con síntomas de prepotencia, ambición y exigencia. Quien se sienta libre de esto “que tire la primera piedra” (Jn 8,7)
Ahora miremos hacia fuera, al complicado entramado mundial: guerras, abusos, leyes injustas, discriminación por color de piel, por ser pobre, por ser mujer; alambradas y muros que señalan a los que llegan como enemigos; usos y abusos financieros delictivos amparados en marcos legales envueltos en oscuridades difíciles de detectar; muertes y detenciones de personas activas en la denuncia y en la ayuda a los más desfavorecidos… y volvemos a escuchar: “Amad a vuestros enemigos”.
Existe otra posibilidad. Mirémonos a un espejo, compartamos una pregunta con nuestra imagen: ¿Alguien piensa en mí como un enemigo, alguien concreto con intención desea causarme algún mal? Es duro.
En este choque de trenes vive el homo sapiens (en sentido masculino y femenino) sin reconocer que la humanidad es una y que, aunque camine orgullosamente erguido, no llegará a ser quien está llamado a ser hasta que cambie las herramientas que empuña desde hace millones de años por otras que mucho más sutiles: la bondad, la misericordia, el perdón, la generosidad, el cuidado, la ayuda desinteresada, oración, la bendición…
Propones un plan al revés que nos deja confusos, aturdidos. Nos propones conversión. Nos empujas hacia el precipicio para ver si reaccionamos y aprendemos a vivir desde el Amor, con una única inscripción en la hoja de ruta que recibimos al llegar a este mundo: “Amaos unos a otros como yo os he amado” (Jn 13, 34-35). Así no habrá enemigos sino hermanos.
Demos gracias por tantos hombres y mujeres que hicieron y hacen de su vida una obra de arte de Amor.
Mari Paz López Santos
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