04 febrero 2022

Comentario bíblico (2), 6 de febrero

 

Primera lectura: (Isaías 6,1-2a. 3-8)

Marco:Este fragmento se enmarca en el relato de la vocación de Isaías.

Reflexiones

1ª) ¡El hombre pecador frente al Dios tres veces santo!

Los serafines se gritaban uno a otro diciendo. ¡Santo, santo, santo, el Señor de los Ejércitos, la tierra está llena de su gloria!... ¡Ay de mí, estoy perdido!... ¿Cómo puede ser profeta y mensajero del tres veces Santo, un pecador? Este encuentro con el Señor marcará la actividad profética de Isaías que la centrará, especialmente, en la santidad de Dios. El relato vocacional nos recuerda que Dios ha previsto todas las circunstancias cuando decide llamar a alguien para una misión. Pablo recordará en su carta a Timoteo: Doy gracias a Dios, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio (1Tm 1,12). El relato de la visión de los serafines que cantan y adoran al tres veces Santo, la respuesta de Dios, presentada de una forma plástica, a las dificultades que encuentra Isaías, revela el modo de actuar Dios, a la vez firme y suave.

La Escritura, por tanto, nos enseña que cada vocación tiene su historia y su proceso en los planes de Dios y en la respuesta de los hombres. Hoy como ayer Dios sigue este procedimiento. Todos los creyentes deben sentirse llamados a realizar una misión en medio del mundo como testigos del Dios fuerte y tres veces Santo que quiere y puede llevar adelante su proyecto a favor de los hombres. Estos relatos vocacionales siguen inspirando y alentando múltiples formas de llamadas. Dios llama a toda clase de personas, en cualquier situación social, cultural y humana. Ésta es nuestra confianza y responsabilidad. Toda llamada es un don gratuito de Dios y una acogida responsable y coherente por parte del hombre.

Segunda lectura: (1Corintios 15,1-11)

Marco: El contexto recoge las dificultades que los corintios tienen al armonizar las convicciones de sus conciudadanos y la presentación de Cristo resucitado que les ha hecho Pablo. Para los griegos no es necesaria la resurrección para alcanzar la vida feliz después de la muerte. Pablo les ha anunciado el acontecimiento de la resurrección de Jesús como el acontecimiento central de la fe cristiana y prenda segura de una vida feliz después de la muerte. La lectura que hoy proclamamos recoge la respuesta a su situación real y grave.

Reflexiones

1ª) ¡Cristo ha resucitado y sigue vivo!

Lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras. Pablo recibió este contenido del kerigma en el momento de su conversión y la gracia singular de contemplar a Cristo resucitado. Por todas partes es el pregonero incansable de estas afirmaciones centrales. Es la roca viva en que se manifiesta todo el amor y el poder de un Dios fiel a sus promesas y la seguridad para el hombre. El kerigma ofrece al hombre la respuesta que más anhela: vivir, vivir feliz y vivir para siempre. Pablo no recuerda ahora el kerigma como si se tratase de un problema teórico. Todo lo contrario, abre su exposición con esta referencia, porque es lo que necesitan los corintios. Se ha creado en la comunidad una situación dramática, es decir, sus miembros han sido alcanzados por la duda sobre la resurrección de los muertos y corren el peligro de que se derrumbe el edificio de su fe. Es necesario volver una y otra vez a esta proclamación del acontecimiento central de Jesús. Hoy atenaza al hombre el enigma indescifrable de la muerte. Por eso es necesario proclamar esta oferta definitiva de Dios por la proclamación y el testimonio vivo de los creyentes. La meta de la humanidad no es la muerte, sino la vida gloriosa y sin fin. Esto necesita escuchar y experimentar el hombre moderno que, rodeado y saturado de adelantos técnicos, que no logra encontrar respuesta a su y anhelo de vida total, para siempre y dichosa.

Evangelio: (Lucas 5,1-11)

Marco: El contexto es la actividad de Jesús en Galilea. La manifestación pública de Jesús, que comienza en la sinagoga de Nazaret, pronto se encuentra con el rechazo y la oposición.
Reflexiones

1ª) ¡Por tu palabra echaré las redes!

«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos agarrado nada; pero por tu palabra echaré las redes». Es probable que el redactor de Jn 21 recoja este mismo episodio. En ambos casos hay un tema común: el encuentro con Jesús y la llamada a la misión universal a favor de los hombres. El relato lucano subraya este aspecto vocacional. En la primera parte del mismo se encuentran, frente a frente, el trabajo humano y el poder de Jesús. Los apóstoles realizan su tarea propia en coherencia con lo razonable, es decir, que el tiempo propicio para la pesca es la noche. Y ciertamente se han pasado la noche intentado pescar y ha sido baldío su trabajo. Nos encontramos con un relato de milagro sobre la naturaleza. Más allá de las dificultades que pueda plantear la realización del mismo, hay una afirmación que el evangelista, según el relato que nos ha transmitido, quiere subrayar y colocar en primer plano: la acción de Jesús supera lo razonable pero sin destruirlo. El prodigio de Jesús se produce ciertamente en el marco de su tarea: rema mar adentro y echa las redes para pescar, esto es, sigue haciendo lo que hiciste durante la noche, porque yo quiero manifestarme a vosotros en vuestro ámbito de acción. Todos los milagros de Jesús tienen una función muy determinada, a saber, significar otras realidades superiores. Pedro se fía de la palabra de Jesús. No es lo adecuado y razonable pescar durante el día, y menos si ha fracaso el trabajo durante el tiempo oportuno que es la noche. Pero obedece a la palabra de Jesús. Jesús es para él un valor ya importante. Y esta confianza en Él se traduce en una realidad desbordante, a saber, la realización de una pesca como nunca había sucedido. Más allá del acontecimiento, y actuando a través del mismo, hay una persona que actúa con poder y abre caminos nuevos. Por encima de lo razonable, Dios actuó y sigue actuando entre los hombres.

2ª) ¡Reconocimiento de la indignidad humana frente a la grandeza personal de Jesús!

«Apártate de mí, Señor, que soy un pecador». Pedro reconoce, ante la manifestación del poder de Jesús (poder que viene del Dios santo), que es un pecador. En el otro extremo está Jesús que es Santo. Dios escucha siempre a los que le son agradables y cumplen su voluntad, es decir, a los santos (Jn 9,31-33). Por eso Pedro se encuentra muy incómodo ante Jesús. Ha descubierto otro aspecto del Maestro y le causa estupor y desconcierto. Según los relatos que encontramos en la Escritura, es la primera reacción ante la presencia de lo divino, de lo del otro mundo, que se hace presente en la historia de los hombres (Jueces 13,19ss). La primera reacción es el alejamiento, porque no es posible permanecer tan cerca de una persona tan superior. No temas: desde ahora, serás pescador de hombres. Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron. Pedro y los demás compañeros, reconocen la presencia de un poder especial que posee Jesús y deciden asociarse a su tarea, a su misión. Pero una vez más la vocación, la llamada, es iniciativa de Dios, en este caso de Jesús. Ante la apertura y el reconocimiento de Pedro y los suyos, Jesús expresa la finalidad del acontecimiento: serás pescador de hombres. Los milagros de Jesús tienen una funcionalidad siempre muy superior y también siempre relacionados con el proyecto salvador de Dios. Seguir a Jesús requiere abandonarlo todo. Sólo de esta manera es posible realizar la itinerancia en la vida evangelizadora. Para viajar a pie, como Jesús, es necesario quedarse con el mínimo equipaje (Mt 10,8-10; Lc 18,29). En una sociedad en que prevalece el poseer y la productividad sobre el ser y la realización humana, estas palabras siguen siendo una paradoja y un desconcierto. Pero siguen teniendo vigencia hoy como ayer. Es necesario mantener la referencia viva y atenta con la persona del Maestro. Él es quien atrae e invita a la gran aventura de la evangelización de todos los hombres para que reconozcan al Dios verdadero y lleguen al conocimiento de la verdad, porque en esto consiste la vida eterna.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)

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