MONICIÓN DE ENTRADA
Buenos días, hermanos y amigos. Reciban todos ustedes gracia, paz y alegría de parte del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Estamos en el Segundo Domingo del Tiempo Ordinario. La Liturgia de la Palabra de hoy nos habla de fiesta de nupcias, de invitados, de regalos, de excelente vino. ¿Estamos nosotros dispuestos a dejarnos llenar de gozo, a dejarnos embriagar por el buen vino del Espíritu Santo? Hoy María, Madre del Buen Consejo, nos da la fórmula de la verdadera alegría: “Hagan todo lo que Jesús les diga.”
Seguros de la presencia del Resucitado aquí y ahora en medio de nosotros, pongámonos de pie y celebremos con alegría esta fiesta del Señor.
Evangelio del Día de hoy
MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Isaías 62,1-5)
La intimidad de Dios con su pueblo es tanto más maravillosa cuanto que sucede a un largo período de aparente abandono. Un día la abandonada sentirá el gozo de ser la esposa, la amada, la consentida de Dios, de ser la causa de la alegría de Dios. Escuchemos con atención al Profeta…
Primera Lectura Isaías 62,1-5.
Lectura del Profeta Isaías
Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que rompa la aurora de su justicia
y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «abandonada»,
ni a tu tierra «devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra «Desposada»;
Porque el Señor te prefiere a ti
y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial 95
R:/Cantemos a todos los pueblos las maravillas del Señor.
Canten al Señor un cántico nuevo,
canten al Señor, toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su nombre.
Proclamen día tras día su victoria,
cuenten a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
Familias de los pueblos, aclamen al Señor,
aclamen la gloria y el poder del Señor,
aclamen la gloria del nombre del Señor.
Postrémonos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
Digan a los pueblos: «El Señor es rey,
él gobierna a los pueblos rectamente.»
MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (1 Corintios 12,4-11)
La energía del Espíritu distribuye dones a diestra y siniestra. Es poder, pero al servicio del amor, al servicio del bien común, para una mayor unidad, para una auténtica comunión. Escuchemos.
Segunda Lectura 1ª Corintios 12,4-11
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios
Hermanos:
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu;
hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor;
y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu.
Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar.
A éste le han concedido hacer milagros; a aquél, profetizar.
A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, el lenguaje secreto; a otro, el don de interpretarlo.
El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece.
Palabra de Dios
MONICIÓN EVANGELIO (Juan 2,1-11)
Hoy Juan nos presenta el relato de las Bodas de Caná: el milagro del agua convertida en excelente vino. Y el sabio consejo de la Madre: “Hagan todo lo que Jesús les diga.” Abramos los oídos, la mente y el corazón, y pongámonos de pie para la proclamación del Santo Evangelio.
Evangelio San Juan 2,1-12.
+ Proclamación del santo Evangelio según San Juan
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo:
-No les queda vino.
Jesús le contestó:
-Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.
Su madre dijo a los sirvientes:
-Hagan lo que él les diga.
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
-Llenen las tinajas de agua.
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
-Saquen ahora, y llévenselo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
-Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio has guardado el vino bueno hasta ahora.
Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.
Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.
Palabra del Señor
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