ENTRADA
Hermanos y hermanas, bienvenidos a la Eucaristía en este tercer domingo de Adviento.
Hoy, la liturgia es una invitación a alegrarnos en el Señor. Él viene y se hace presente en medio de la comunidad. Nosotros renovamos nuestro espíritu y nuestro corazón, aceptamos y vivimos nuestro bautismo, oramos con fe y celebramos su presencia sacramental en medio de nosotros.
Entonemos juntos el canto de entrada.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Grita de alegría, hija de Sión, porque Dios está en medio de ti. El Dios con nosotros nos protege y es fuente de fe y valor en este adviento para los que saben reconocer su venida. Ciertamente, Dios ya está en medio de nosotros, por eso podemos comenzar a gritar nuestra alegría.
Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Pablo exhorta a los filipenses a dejar a un lado sus preocupaciones sobre el retorno del Señor. Esos cuidados e interrogantes y todas las necesidades hay que ponerlas en manos del Señor. A nosotros nos toca trabajar, orar, prepararnos y estar alegres porque el Señor vino, viene y vendrá.
Escuchemos la proclamación de la Palabra de Dios.
MONICIÓN AL EVANGELIO
Juan nos exhorta un domingo más a preparar los corazones para recibir al Señor.
Juan nos invita a la conversión, al arrepentimiento y a compartir.
Juan pide a sus oyentes justicia y compasión.
Otro vendrá que exigirá la perfección, vivida con la ayuda de Dios.
Escuchemos la proclamación del Evangelio.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Oremos por la Iglesia que formamos nosotros, para que vivamos de tal modo que seamos causa de alegría para todos aquellos que desean creer en el Dios del amor.
Oremos por la Iglesia, que nosotros vivamos la paz del Señor y compartamos la paz con los que esperan su venida.
Oremos por la Iglesia, que nosotros trabajemos por la justicia, para que nuestro mundo cansado de guerras y divisiones conozca la paz de Dios.
Oremos por la Iglesia, que nosotros acojamos los dones de Dios y sepamos ponerlos al servicio de los hermanos.
Oremos por nuestros familiares difuntos y (nombres…) para que el Señor de la vida los asocie a la vida plena y definitiva del Reino.
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