Monición de entrada
La celebración de Jesucristo, Rey del Universo, cierra el año litúrgico con el acento escatológico y apocalíptico propio de los últimos domingos. Cristo es el Alfa y la Omega, es decir: el principio, el centro y el fin de la historia humana que Dios convierte en historia de salvación. Cristo se manifestó ante Pilato; es Él quien nos revela al Padre. Vivamos en esta Eucaristía el gran gozo de tener a Cristo como testigo de la Verdad que nos guía hacia el Padre. Hermanos y hermanas cantemos con ánimo.
Primera lectura: Dt 7, 13-14 (Su poder es eterno, no cesará)
La primera lectura nos describe una visión de Daniel. Entre las nubes aparece un hombre a quien se le da poder, honor y reino. Nuestro autor identifica a este Mesías con el líder del pueblo de los santos. Luego el Nuevo Testamento identifica a este Hijo de Hombre con Jesús. Escuchen hermanos y hermanas.
Segunda lectura: Ap 1, 5-8 (Cristo ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes)
En la segunda lectura tomada del libro del Apocalipsis vemos a Cristo como el Testigo fiel de Dios, el resucitado y el Rey Todopoderoso. Sigue una alabanza de la obra redentora de Cristo y una proclamación de su venida en gloria. Les invito a que nos dejemos penetrar por la grandeza y majestad de Jesucristo.
Tercera lectura: Jn 18, 33-37 (Tú lo dices: soy rey)
La lectura evangélica de hoy, según San Juan, Cristo afirma claramente su realeza. A la vez dice que ha venido a revelar o dar testimonio de la Verdad. Su reino no es como los reinos de la tierra, sino que es un reino nacido de la humillación, del sufrimiento y de la muerte, del servicio a la Verdad. Vamos a escuchar este diálogo sobre nuestro Rey, pero antes entonemos el Aleluya.
Oración Universal
1. Por la santa Iglesia: para que unida en Cristo, Rey de paz, exprese a la luz del Evangelio la justicia nueva que él ha promulgado desde la cruz. Roguemos al Señor.
2. Por los pastores del pueblo de Dios, obispos, presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas: para que imiten a Jesús, que no vino para ser servido, sino para servir. Roguemos al Señor.
3. Por la sociedad en que nos ha tocado vivir: para que reconozca en todo ser humano la presencia del Hijo de Dios, que un día vendrá a juzgar al mundo. Roguemos al Señor.
4. Por nuestra parroquia Espíritu Santo: para que vivamos convencidos de que servir es reinar. Roguemos al Señor.
5. Por todos nosotros: para que Jesús reine en nuestros corazones y en nuestras vidas, santificando nuestras acciones y palabras. Roguemos al Señor.
Exhortación final
(Tomado de B. Caballero: La Palabra Cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 406)
Hoy te alabamos, Padre, porque en la resurrección
de tu Hijo, Cristo Jesús, lo constituiste Rey y Señor del universal
de todo lo creado con un poder y un reino eternos que no cesarán.
gracias también, porque, a su vez, Cristo ha hecho de nosotros,
los bautizados en él, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Haz, Señor, que venga tu reino al mundo de los hombres,
y danos la fuerza de tu Espíritu para mantener irrevocable
nuestra entrega personal a la construcción de tu reinado
en nuestro mundo: tu reinote verdad y de vida,
tu reino de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz.
Así mereceremos alcanzar de ti el reino eterno con Cristo.
Amén.
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