04 septiembre 2024

Homilía 8 septiembre de Pedro Heredia Martínez

 1.- Todos los milagros que hizo Jesús tenían una misma finalidad: dar vida y vida abundante allí donde la vida no existía o estaba deteriorada.

- Él mismo definió su misión en este mundo diciendo:
“Yo he venido para que todos tengan vida y vida abundante” (Jn.10,10).
- En el evangelio de hoy Jesús cura a un sordo que, a la vez, es mudo (Mc.7,32).
+ En el fondo, san a un hombre cuya vida está
disminuida: es incapaz de comunicarse normalmente y la comunicación es un elemento básico de la vida para la convivencia humana.
- ESCUCHAR Y HABLAR son dos valores esenciales para la comunicación. COMUNICARSE ES HABLARSE Y, POR LO TANTO, ESCUCHARSE.
+ Hoy hay mucha gente que habla mucho; no se cansa de hablar; pero no sabe escuchar. Está imposibilitado para la comunicación.
+ Hoy hay mucha gente también incapaz de saber decir una palabra. Viven en un constante mutismo. Están imposibilitados para la comunicación.
- La comunicación conlleva saber hablar y saber escuchar.

2.- Nosotros estamos viviendo en un mundo de muchos ruidos, pero que no sabe escuchar. Es un mundo de sordos voluntarios:
- El pueblo habla y grita a sus políticos; pero los políticos se hacen los sordos ante los clamores del pueblo.
- Los padres de familia hablan a sus hijos; pero los hijos se hacen los sordos ante cualquier palabra que le dirijan sus padres.
- Mucha gente vive angustiada porque nadie le escucha. Se tragan sus problemas, sus inquietudes sin poder comunicárselos a nadie.
- Hay gente que viene a la parroquia y me dice:
“Padre, vengo sólo a que me escuche; sé que no podrá solucionar mis problemas; pero necesito a alguien que me escuche”.
- Dios nos habla y sigue hablándonos; pero nosotros seguimos con la misma actitud de sordera que Jesús recriminaba a los escribas y fariseos (Mc.8,18)

- Da la impresión de que no nos interesa oír porque quizá, al escuchar al otro, tengamos que reconocer nuestros fallos y cambiar lo que no queremos.

- Sin embargo, aunque vivimos en un mundo de sordos voluntarios, hay mucha gente que tiene necesidad de que alguien le escuche.
- QUIEN NO QUIERE O NO SABE ESCUCHAR, ESTÁ INCAPACITADO PARA CONVIVIR.
Dice el libro de los Proverbios:
“El sabio escucha y aumenta su sabiduría” (Prov.1,5).

3.- Pero, así como es necesaria en la vida la capacidad de escucha, también es necesaria la PALABRA.
+ Con la palabra expresamos lo que llevamos por dentro.
+ Con la Palabra comunicamos lo que queremos hacer saber al otro.
- La palabra es siempre, por ello, un signo de amor.
+ La palabra es un don siempre a comunicar.
+ Hoy vivimos en el mundo de las palabras o, más bien, de los monólogos.
+.- Pero no sabemos hablar y hasta nos da miedo hacerlo.
+.- Nuestros hogares, muchas veces, parecen monasterios de clausura donde parece que está prohibido hablar.
+ No nos interesa ni queremos hablar:

+.- Porque puede que, al hablar, nos digan: “Médico, cúrate a
ti mismo” (Lc.4,23).

+.- Porque la palabra que decimos no es sincera y leal.
Dice el libro de la Sabiduría:

“¡Qué buena es una palabra a su tiempo” (Prov. 15,23).

- Saber hablar y saber escuchar son dos valores fundamentales para el buen funcionamiento de toda convivencia, sea política, social, laboral, familiar o religiosa.
+ Quien no sabe hablar y escuchar, se imposibilita para la convivencia.
Por eso es necesario que a nosotros también nos diga Jesús hoy como al sordomudo:
“Effetá, ábrete” (Mc. 7,34) para que se abran nuestros oídos y nuestra boca y así sepamos bien oír y bien hablar y nuestra vida construya una bella convivencia.

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