29 agosto 2024

Celebrando la Palabra - XXII Domingo del Tiempo Ordinario (1 de septiembre)

 

Celebrando la Palabra - XXII Domingo del Tiempo Ordinario (1 de septiembre)

Material para el Animador de la Palabra.

Celebración del XXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B. 1 de septiembre de 2024.

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1. AMBIENTACIÓN

 

Podemos colocar delante del altar una de estas frases: “Según el corazón, así es la vida” o, “La religión se demuestra con hechos”.

Símbolos: Corazón grande de cartulina // Bandeja con alimentos variados; entre ellos colocamos tiras de papel con los pecados capitales.

  

2. RITOS INICIALES

 

Monición de entrada. ¿El ser humano es religioso por naturaleza? Algunos han dicho que la religión responde más a influencias culturales y de educación que ha motivaciones innatas. Y afirman: el ser humano es más él si se libera de toda religión. ¿Qué pensamos nosotros?

Hermanas y hermanos, la religiosidad también se pude viciar. Por eso, hemos de analizar si nuestra religión es pura a los ojos de Dios o está deformada por concepciones falsas, intereses, infantilismos o inseguridades. Todo el mensaje de este domingo nos interroga acerca de cómo vivimos la religiosidad. Seguramente necesitamos depurarla.

Canto

Saludo. Hermanas y Hermanos, alabemos al Señor que espera de nosotros una religión pura y responsable.

Acto penitencial.

Porque a veces echamos a un lado tus mandamientos, Señor, ten piedad.

Porque te honramos más con los labios que con el corazón, Cristo, ten piedad.

Porque no unimos siempre el culto con la vida, Señor, ten piedad

Gloria

Oración. Dios, Padre bondadoso, de ti nos llega todo el bien que sentimos y hacemos, llena nuestro corazón de amor a Ti, para que podamos hacer más coherente nuestra vida dando frutos de vida y verdad. Por J. N. S. Amén

 

 

3. LITURGIA DE LA PALABRA

 

Monición las lecturas. El discurso de la primera lectura resalta la cercanía de Dios y cómo se ha comunicado para nuestro bien. Seguir sus mandados es actitud inteligente y religiosa. La fidelidad humana solo es posible por la fidelidad a los planes de Dios.

La carta de Santiago está escrita con una intención muy practica: La Palabra no es solo para oírla, sino para acogerla y practicarla. Una religión sin compromiso es falsa o está viciada. La religión que Dios quiere se identifica por la honradez y por la solidaridad con los necesitados.

Para Jesús, el mejor creyente no es el que más cumple con las tradiciones o más reza con los labios si en el fondo nos es espiritual ni orante. El culto que Dios quiere se basa en la pureza interior y el testimonio comprometido.

Lecturas. Dt 4,1-2.6-8 Salmo o canto. St 1,17-18.21b.22.27. Aclamación. Mc 7,1-8a.14-15.21-23. (Breve silencio)

Comentario homilético. Dios no se aleja nunca del mundo, ni se aparta de nosotros porque nos ama y ha hecho con nosotros un pacto de a mor para siempre. Él no tiene más empeño que revelarse, de tal manera que podamos entender su mensaje salvador y vivenciar su cercanía amorosa. Si no lo percibimos, tendríamos que revisar nuestra sensibilidad espiritual y, por lo tanto, muy humana a la par; es decir: una falta de apertura de nuestro corazón.

La carta de Santiago nos dice que la Palabra de Dios ha sido plantada en nosotros como una muestra más del cariño que nos tiene. Si la asimilamos y la ponemos en práctica, se notará muy pronto como influye en la calidad de la vida. Porque la Palabra de Dios no entra en nuestro interior como cualquier palabra que podamos oír... Si la aceptamos de corazón, nos cambia por dentro y nos pide compromiso.

Estos mensajes y, sobre todo, el del Evangelio, nos dan píe para meditar un poco más sobre la religiosidad y la fe. Los fariseos, ese grupo de creyentes que tantas veces discutía con Jesús, no hay que interpretarlos mal, ellos son muy creyentes y dan una importancia grande a la condición religiosa. Pero no siempre entendieron bien el mensaje bíblico, por eso hay desacuerdo con el modo de vivir de Jesús.

Veamos: La religiosidad, bien entendida, coloca al ser humano en preceptiva de salvación, es decir, de total realización personal. Pero, como todo en la vida, la religiosidad también se pude viciar. Y es entonces cuando aparecen las deformaciones. El Evangelio comenta cómo los fariseos daban más importancia a unas tradiciones-costumbres rituales de limpieza exterior que a la pureza de corazón. Nosotros hoy, en otra línea, nos podemos preguntar: ¿Por qué hay tantos montajes en torno a algunos santuarios e imágenes que se dicen especialmente milagrosas? ¿Por qué se hacen promesas a cambio de determinados resultados? ¿Por qué se enciende velas en determinadas situaciones? ¿Por qué tenemos ciertas imágenes en casa o en el coche? ¿Por qué llevamos medallas o cruces al pecho? ... Reflexionemos profundamente sobre esto....

Queridos hermanos y hermanas, la fe, como actitud religiosa, supone el impacto de Dios, es un don del Espíritu, nos motiva a ser obedientes a lo que Dios nos pide, abarca a toda la persona, resuena en la propia espiritualidad y se expresa en el testimonio y en el compromiso activo. según esto podemos hacernos más preguntas: ¿Cómo es nuestra fe? ¿Cómo la vivimos? ¿Se parece más a un conjunto de verdades que hay que saber y creer o es una experiencia personal de aceptación de Dios que nos ha tocado el corazón? ¿Se reduce a lo íntimo y privado de nuestra persona o nos planta de lleno ante los problemas de la vida reclamando que nos comprometamos?... Seguramente habrá mucho que cribar en nuestra religiosidad como en nuestra fe. No es fácil hacer esta criba, pero es saludable y necesario. Cada uno vea...

Resumiendo: Jesús por principio no está en contra de las tradiciones ni de las costumbres de su pueblo. No ha venido a echar por tierra nada que sea bueno y sirva a la gente. Pero, si no es así, si son deformaciones de la religiosidad y de la fe, y, por tanto, no favorecen el crecimiento del Reino en nuestro corazón. La sensatez y coherencia de Jesús le lleva a valorar lo que es limpieza de corazón y culto del espíritu. Está convencido y así lo proclama, que lo que agrada a Dios no es el cumplimiento de unos ritos o de unas costumbres, sino las intenciones y las aspiraciones del corazón limpio. Lo bueno y lo malo del ser humano sale de su interior. Por eso es fundamental y necesario cultivar la espiritualidad; de lo contrario, las intenciones se tuercen fácilmente. Para Jesús lo que más vale del ser humano es su interior: sus aspiraciones, sus actitudes, sus decisiones. ¿Creemos también nosotros que una persona vale lo que vale su interior? Silencio de interiorización

Credo

Oración de los fieles

Para que los cristianos sigamos el ejemplo religioso y creyente de Jesús, roguemos al Señor.

Para que la religión pura y el culto de la vida sean promovidas en las comunidades cristalinas, roguemos al Señor

Para que acojamos la Palabra de Dios con interés y la llevemos a la práctica con coherencia de vida, roguemos al Señor

Por los que critican nuestra religiosidad viciada o deformada, para que unos y otros coincidamos en la verdad del Evangelio, roguemos al Señor.

Por cada uno de nosotros, para que nuestra vida sea un reflejo de la pureza y fidelidad del corazón, roguemos al Señor

Oremos unos por otros, para que vivamos en fraternidad, sencillez y alegría, roguemos al Señor

Gesto. Una persona se acerca a la bandeja de los símbolos, la coge y la acerca a la asamblea. Después de unos instantes dice: “Nada que entre de fuera nos pude hacer impuros”. Seguidamente otra persona coge el corazón, lo acerca a la asamblea y dice: “Lo malo que sale de un corazón torcido, es lo que nos hace impuros”.

 

 

4. RITO DE LA COMUNIÓN

 

Monición. No hemos venido a la celebración por costumbre, sino porque nos lo pide el corazón. Tampoco nos acercamos a la comunión por mera tradición, sino por amor a Jesús y porque necesitamos su energía para vivir entregados como Él.

Canto

Introducción al Padre nuestro

Padre bondadoso, vivimos envueltos en tu presencia.
Como anunciaba San Pablo:
“en Ti vivimos, nos movemos y existimos”.

Somos fruto de tu amor primero y generoso.
Ahora queremos vivir honradamente la comunión contigo.
Nos aconsejas con justicia y sensatez.

No queremos ser una comunidad
que te honre sólo con los labios,
sino una comunidad que te alabe
con el corazón y con la vida.

Queremos estar cerca de Ti.
porque Tú no te alejas nunca.

Por Jesús y por tu Espíritu sabemos que eres santo
y que llenas de coraje a quien comulga contigo.

Gracias, Padre, por tanta bendición.
Que suerte poderte amar y darte culto.

Concédenos un corazón limpio y un espíritu libre.
Ayúdanos a vivir la fe con alegría
y a ser testigos de lo que queremos.

Con el corazón abierto
y toda nuestra persona entregada,
nos unimos en oración fraterna y juntos te rezamos: Padre nuestro...

Gesto de la paz

Distribución de la comunión.

Canto

Acción de gracias

Gracias, Señor, por el don de la fe que tanto nos alumbra y nos ayuda.

Gracias por tu revelación que nos abre a tu verdad.

Señor, eres muy paciente con nosotros. Ayúdanos a ser sanos de espíritu y a no cansarnos de vivir con dignidad.

Te queremos bendecir con todos los limpios de corazón, que no utilizan en la vida más herramienta que la bondad.

Gracias Señor por todos tus dones. Sentimos en nuestro interior un amor grande por Ti.

 

 

5. RITO DE CONCLUSIÓN

 

Compromiso. Analizar la propia religiosidad y depurarla cuanto sea necesario.

Oración después de la comunión. se toma del misal

Monición final. La religiosidad es la tendencia profunda que nos lleva a buscar la relación con Dios. La fe es acoger a Dios y fiarse de Él por completo, como Jesús. Recordemos que la religión valida a los ojos de Dios es la que se derrama en fidelidad y compromiso. Tenemos toda la semana para ver cómo es nuestra religiosidad, si llevamos a la práctica la Palabra o si el culto brota de un corazón limpio y responsable.

Bendición

Canto final y despedida.

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