18 abril 2024

El pastor bueno

 

El pastor bueno

1.- Toda la liturgia de este domingo: Lecturas, salmo responsorial y oraciones, de este cuarto domingo de Pascua gira alrededor de Jesucristo resucitado, bajo la figura simbólica o alegórica del buen pastor. Jesús no es un pastor. El es el buen pastor. El es el pastor bueno. El es el buen pastor que demostró, dando su vida, que El sí estaba dispuesto a hacer lo que sea por sus ovejas.

En la primera lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles, continúa el anuncio del «kerygma», del mensaje original de los apóstoles, mensaje alrededor del cual se fue creando lo que ahora conocemos como los Evangelios. El apóstol Pedro subraya que a Jesús, a quien nosotros crucificamos, Dios lo ha constituido Señor y Mesías, es decir: Ungido. El que dio su vida por las ovejas merece ser colocado como verdadero pastor del pueblo, merece recibir el título de pastor bueno, de buen pastor.

El salmo responsorial recalca la idea de que Dios, dueño y verdadero pastor del pueblo, es Jesús, que dio su vida por el pueblo de Dios.

La segunda lectura, tomada de la primera carta de Pedro, va en la misma línea. Jesús es el siervo de Yahvé, anunciado por Isaías, que cargó con nuestras culpas y murió por nosotros y, por eso, merece recibir el título de pastor del pueblo porque ha demostrado con hechos lo que es capaz de hacer por las ovejas. La pasión era sólo una cara de la moneda. La resurrección es el acontecimiento que revela el sentido de esa muerte en cruz. Cristo era el pastor que estaba demostrando con hechos qué estaba Dios dispuesto a hacer para demostrarnos su amor. Cristo es aquel en quien Dios está dando su vida por amor a las ovejas. ¿Hay alguien que pueda disputarle a Cristo su título de pastor?

2.- Así como había catequesis para los candidatos al bautismo, también las había para los recién bautizados. El Evangelio de este domingo, de la versión de Juan, nos enseña que Jesús es el buen pastor, el pastor bueno, justamente en contraposición a los pastores del pueblo, civiles y religiosos, que aparecen muy bien descritos en el capítulo treinta y cuatro del libro de Ezequiel. Israel era un pueblo de pastores de ovejas, así es que entendió muy bien lo que Jesús quería decir con su expresión. En Ezequiel treinta y cuatro, Dios hace decir al pueblo que El mismo vendrá a pastorear a sus ovejas porque El las reclamará de manos de los pastores civiles y religiosos del pueblo. En Jesús, dice Juan, es Dios mismo quien se ha presentado a realizar esa profecía.

El Evangelio de Juan lleva a un extremo la comparación. Según Juan, Jesús no sólo es pastor, sino que es el único pastor bueno. Jesús no sólo es pastor, sino que es, también, la única puerta por la que las ovejas de Dios pueden tener acceso a su seguridad y salvación.

Pero, fijémonos bien, las ovejas son siempre ovejas de Cristo. Jesús no le hace rebaños a nadie ni enajena a sus ovejas. A Pedro mismo, al final del Evangelio de Juan, Jesús le dice bien claramente: apacienta mis ovejas. Pedro, o cualquier otro, puede ser o sentirse todo lo pastor que quiera, las ovejas son siempre ovejas de Cristo. A Cristo todos podemos representarlo, pero nadie puede sustituirlo. En la Iglesia Cristo tiene representantes, pero nunca sucesores ni sustitutos.

Si en el Evangelio se dice que hay un solo maestro de los discípulos de Cristo, y un solo Padre de los hijos de Dios, es porque también sólo hay un pastor bueno y una sola puerta por donde entrar al único redil de Jesucristo.

3.- Estamos aburridos de ver gente que se lanza o mete a pastor para luego resultar un pastor, civil o religioso, que se pastorea o cuida a sí mismo. Al pastor que les hace presente al único pastor bueno las ovejas no sólo lo conocen, sino que lo reconocen, es aquel que da su vida por las ovejas.

–Hay pastores, civiles o religiosos, que se sienten dueños de las ovejas, no servidores. Son pastores que hablan diciendo: Mis ovejas, mi rebaño. No se sienten servidores de la fe, sino dueños de ella.

–Hay pastores que han olvidado que están sólo para que las ovejas tengan pasto; están para que las ovejas engorden. El pastor que engorda él en vez de que sea la oveja la que engorda, mala señal, se está comiendo a las ovejas.

–Hay pastores, civiles y religiosos, que se han dedicado a hablar bien de los otros pastores, en vez de dedicarse a lo que es su oficio, hacer que las ovejas engorden y estén a gusto.

–Hay pastores, civiles y religiosos, que le tienen miedo a las ovejas. Hay pastores que le tienen ellos más miedo al lobo que el miedo que las ovejas le tienen a éste. Hay pastores que tratan a las ovejas como si ellos fueron lobos y, por eso, hay ovejas que tienen más miedo al pastor que al lobo.

–Hay pastores que dedican su tiempo a hablarles a las ovejas bien bonito acerca del dueño del rebaño, en vez de dedicarse a lo que los pusieron que es a que las ovejas engorden con buen pasto y se sientan a gusto.

–Hay pastores que creen que porque ellos tienen obligación de portarse como pastores, los fieles tenemos obligación de portarnos como ovejas.

Finalmente, hay pastores que han olvidado que si ellos se llaman a sí mismo «pastores», pastor bueno, buen pastor, según el Evangelio, sólo Cristo lo es.

Antonio Díaz Tortajada

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario