23 abril 2024

DOMINGO 5º DE PASCUA /B San Juan 15,1-8: La unión hace la fuerza

 Javier Leoz

1.- En estos días asistimos al final de temporada de la liga de fútbol. Y, entre otras cosas, vivimos con gozo o con preocupación, si logran permanecer o no en primera división aquellos equipos estelares. Por comparación, y teniendo como fondo el evangelio de este quinto domingo de la Pascua, nos viene muy bien para entender y comprender la verdad de nuestra fe: sin Jesús nada. Si nos soltamos de El, nuestros frutos, serán risorios, diminutos o incluso invisibles. Es imposible PERMANECER como testigos de su amor si no nos dejamos entrenar, aconsejar y movilizar por El.
Quien persevera junto a Jesús sabe que, el amor, es algo que brota espontáneamente y sin recompensa alguna. En definitiva, como sarmientos fundidos a la vid que es Jesús, estamos llamados a colocarnos en esa primera división cristiana: dar frutos que sean reflejo de nuestra comunión íntima con Cristo.
Como cristianos no estamos llamados a deslumbrar por los grandes dones y carismas que el Señor nos ha regalado. Y, por el contrario, si que somos urgidos a dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza poniéndolos en práctica.

--¿De qué sirve un cántaro si nunca entra en contacto con el agua?
--¿De qué sirve una lámpara si nunca se enciende?
--¿De qué nos sirve la vida cristiana si, tal vez, la dejamos mediatizada por muchos
preceptos y desvinculada de la persona de Jesús?

2.- El Papa Benedicto XVI, en su reciente viaje al continente africano nos alertaba del peligro de algunos sucedáneos que, lejos de asegurarnos una vida digna, no hace sino desdibujarla. Sus declaraciones han levantado algunas ampollas en aquellos que escuchan lo que quieren (a medias) y ven lo que desean (sesgadamente). Lo cierto es que, el Papa, nos venía a decir que sin Dios es difícil construir ese mundo en el que todos (pobres y ricos, blancos y negros) podamos vivir en igualdad de derechos y dignidad. Por ello mismo, al releer el evangelio de este domingo de Pascua, caemos en la cuenta que –tal vez- muchas de las alteraciones que se dan en nuestro mundo son consecuencia de querer ser sarmientos sin vid; agua sin fuente; vida sin más límites que los que uno se marca. ¿Es bueno? Por supuesto que no.
Toda casa necesita de unos cimientos y, toda persona, también requiere de unos principios o de unos valores que sean modelo, guía irrenunciable para entender la vida y para defender la de los demás.
Jesús, en ese sentido, nos advierte que una existencia sin Dios, una vida con excesivos atajos está abocada al fracaso, a la sequedad, a la esterilidad. A la falta de ilusión o apatía. Y ¡cuánta escasez de optimismo en nuestro mundo! ¡Cuánto déficit de esperanza en nuestro vivir! ¿No será por qué nos hemos aislado de esa vid que es la fe en Jesús? ¿Podremos aguantar mucho más tiempo en esa orfandad?

3.- Que nuestra alianza con Jesús nos aporte esa fuerza que anhelamos para seguir compartiendo, viviendo y proclamando los ideales cristianos. No será, desde luego, por falta de voluntad del labrador (Dios) que espera pacientemente a que demos fruto: nos hizo sus hijos por el Bautismo, nos da frecuentemente el pan de la Eucaristía, nos perdona en la Penitencia, nos anima por la Unción de Enfermos, nos guía con su Palabra… ¿y todavía queremos más de Dios para ofrecerle algún que otro buen fruto de nuestra vida? Si la unión hace la fuerza, nuestra fuerza – la de los cristianos – será nuestra unión con Jesús. Sin fisuras y con todas las consecuencias.

6.- SIN TI, NADA, SEÑOR
Siento que soy algo, y resulta que soy poco y nada
y, después de afirmarlo,
veo, Señor, que me creo, grande e imprescindible
¿Cuándo entenderé que, sin Ti, no hay luz ni vida?
¿Cuándo comprenderé que, si me separo de Ti,
mi vida es fracaso, cruz, pena sin gloria?

Sí; Señor.
Sin Ti, aunque no me lo crea a veces,
siento que soy nada y que me aguarda la nada
Perdóname por las veces que rompo contigo
Por aquellos momentos en que, siendo solo hombre,
alardeo de ser un “dios” pequeño.
Perdón, mi Señor, vid del sarmiento de mi vida:
por presentarte frutos de segunda o de tercera,
cuando tu esperabas de mi vida…algunos de primera
Acompáñame, Señor, y aliméntame con tu Palabra:
que sea savia que corra por mis venas cristianas
Auxíliame con tu Gracia,
y corta todo aquello que hace estériles mis caminos.

SIN TI, NADA, SEÑOR
Es imposible dar lo que uno no tiene
Es difícil regalar lo que uno quiere para sí
Es utopía ver al otro como hermano, siendo adversario
Mas, contigo, Señor
uno ofrenda hasta lo que no tiene
no mide lo que su mano enseña
y, antes que odio,
se que he de contestar con un amor sin límites.


Ayúdame, Señor,
a permanecer unido a Ti: TU ERES LA VIDA
a pensar unido a Ti: TU ERES EL PENSAMIENTO
a caminar unido a Ti: TU ERES EL CAMINO
a trabajar unido a Ti: TU ERES EL FUTURO
a amar unido a Ti: TU ERES EL AMOR
a mirar hacia el cielo: TU ESTAS EN LA ETERNIDAD
Sin Ti, nada, Señor…

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