Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.»
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.»
Palabra del Señor
“Que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho”
El domingo anterior, Jesús termina advirtiendo a los seguidores que no divulgaran que él era el mesías. Era muy difícil para los judíos “pensar sobre el mesías como Dios.
Allí en Jerusalén, el mesías de Dios tenía que padecer mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. La cuestión fundamental estaba en cómo integrar la muerte violenta del agente mesiánico con el proyecto de reino mesiánico y del consiguiente reino de Dios.
¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.
Esta parece ser la auténtica traducción de la indignación de Pedro. Para Jesús está claro que el que no entienda su muerte y su resurrección no ha entendido cuál es su mensaje al mundo.
“resucitar al tercer día”
Mientras que el texto paralelo de Mc 8, 31 tiene la expresión “después de tres días”, Mateo y Lucas la cambian por la tradicional “al tercer día”. El origen de esta expresión es popular, los judíos entendían que la muerte se podía certificar después de tres días muerto, hasta que no pasaban tres días la muerte no era definitiva.
Luis Alemán Mur
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