Material para el Animador de la Palabra.
Celebración del XXI Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo A. 27 de agosto de 2023.
1. AMBIENTACIÓN
Podemos colocar delante del altar un cartel con una de estas frases: “¿Quién decís que soy yo?” o, “Dios es origen y meta”.
2. RITOS INICIALES
Monición de entrada. Hermanas y hermanos, seguramente tenemos todos y todas, la experiencia de que los planes de Dios siempre son favorables para nuestro destino personal y comunitario. Él nos ha redimido de una manera sabia y generosa. Y se nos entrega al margen de lo que sea nuestra respuesta. Se da por satisfecho si captamos su oferta de salvación.
Dios nos regala la salvación, nos la ofrece todos los días; nuestro deber es acogerla como un don inmerecido, pero regalado por amor, y... ya sabemos el dicho: “Amor con amor se paga”.
Hermanas y hermanos, celebremos el amor de Dios y nuestra fraternidad.
Canto
Saludo. Hermanas y hermanos, alabemos juntos al Señor que nos quiere de verdad.
Acto penitencial. Reconociendo que Dios nos quiere y nos perdona, junto con la confesión de fe en Jesús; confesamos también públicamente que necesitamos su comprensión y su perdón; por eso decimos juntos... Yo confieso ante Dios....
Gloria
Oración. Oh Dios, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por J. N. S.
3. LITURGIA DE LA PALABRA
Monición a las lecturas. En la medida en que vamos comprendiendo a Dios, seguramente se acrecienta nuestra admiración. Pero a Dios le importa menos que le aplaudamos y más que seamos testigos. Escuchemos en el Evangelio esa pregunta directa: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Podríamos recoger hermosas respuestas de la boca y de los escritos de los santos. Pero lo que interesa hoy, aquí, en esta Comunidad, es que cada uno de nosotros aporte su propia respuesta...
Lecturas. Is 22,19-23. Salmo o canto. Rm 11, 33-36. 11-13. Aclamación. Mt 16, 13-20. Breve silencio
Comentario homilético. “Y para vosotros... ¿quién soy yo?” Esta pregunta será siempre interesante y decisiva, porque nos afecta directamente. Será siempre una pregunta abierta y desafiante, que compromete las ideas, las vivencias y el testimonio que damos, tanto de manera personal como comunitaria.
Y es por este motivo que la contestación de Jesús se hace propuesta. En principio para Pedro; pero en él a todos los creyentes de la historia ... Y vosotros... responde por todos: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Hoy lo sigue diciendo el Obispo de Roma, y su afirmación debemos de hacerla vida en cada Comunidad y en cada corazón.
La verdad es que nadie se salva por creerse cristiano de toda la vida o por enchufe particular. La confesión de la fe ha de ser en primer lugar personal: “Yo creo que Tú eres el Hijo de Dios”. y vivirlo en comunidad, testimoniando con obras lo que confesamos con el corazón y los labios. Con Dios no hay recomendación que valga. La salvación se va labrando día a día, al estilo del Maestro y con el espíritu de las bienaventuranzas. Estas son las mejores herramientas que nos han dejado.
Por tanto, la salvación está al alcance de todos, y el camino suficientemente revelado en el Evangelio. Otra cosa es que lo queramos emprender pasando por la puerta estrecha. Jesús mismo es: Camino, Verdad y Vida, Luz, Resurrección... Su estilo de vida es el óptimo, el ideal; en sí mismo ya es salvador.
Dice un refrán: “Cuando el camino se hace duro, sólo los duros siguen en el camino”. Así es la senda de la salvación cristiana, no es precisamente de rosas, que también las tiene, sino de despojo de esfuerzo y de fidelidad. (silencio de interiorización)
Credo
Oración de los fieles
Por la Iglesia, para que viva de la fe y de los valores Evangélicos, roguemos al Señor.
Para que las comunidades cristianas alumbren creyentes apasionados por el Evangelio, roguemos al Señor
Por los que se alejan de la fe, para que recobren el encuentro con Dios, roguemos al Señor.
Para que aumente la calidad de nuestra fe y de nuestro testimonio, roguemos al Señor.
Por todas nuestras intenciones y por las necesidades de nuestro pueblo, roguemos al Señor.
4. RITO DE LA COMUNIÓN
Monición. Los amigos de Jesús entran por la puerta estrecha de las bienaventuranzas. Adoptan este estilo de vida que no es habitual. Si comulgamos con Jesús, aceptamos su mentalidad. y trabajamos por su Reino.
Canto
Introducción al Padre nuestro.
Te bendecimos, Padre, porque estás a nuestro lado
con la comprensión y la ternura de una Madre.
Eres para todos como una brújula de orientación,
porque señalas con claridad cómo llegar salvados
a tu casa de amor siempre abierta.
Nos reprendes con ternura y misericordia cuando nos equivocamos.
Y nos recuerdas: “Hay que caminar por la senda de las bienaventuranzas”.
Sí, Padre, deseas fervientemente nuestra felicidad.
Pero no la impones. Toda amistad se elige.
También la comunión contigo.
Llevamos muy dentro la marca bautismal,
apoyados en el cimiento de Pedro
y en la fe de los Apóstoles,
nos unimos a todos los testigos de la fe y te decimos juntos: Padre nuestro
Gesto de la paz
Distribución de la comunión: canto
Acción de gracias
Dichoso quien no se deja seducir
por los que venden su dignidad.
Dichoso quien no participa en la carrera loca
de ser el primero para sobresalir.
sino que elige el último lugar porque es sencillo y sirve.
Quien actúa así, es posible que no sea admirado,
pero es persona de criterio y al final convencerá.
El camino fácil es engañoso, un callejón sin salida.
El camino del Evangelio no es cómodo,
pero conduce a la Vida...
5. RITO DE CONCLUSIÓN
Compromiso. Para salvarnos y salvar los ambientes no tenemos herramientas mejores que las propuestas evangélicas. unidos siempre a la fe apostólica.
Oración después de la comunión (se toma del misal)
Bendición
Monición final. Dios, como buen Padre, corrige, porque nos quiere auténticos, con personalidad limpia y robusta. Pero sobra toda corrección si entramos por la puerta estrecha que da paso a los valores evangélicos y a la vida de calidad. Recordemos: en el Reino de Dios “hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos”, es decir, en la jerarquía de valores que Dios propone no es primero el que pude más, el que está más alto o el que más tiene. sino el que pone todo al servicio del Reino.
Canto final y despedida.
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