No podemos, Señor, seguir viviendo de forma mortecina. Es imposible tener una existencia gris, sabiendo que Tú nos invitas a ser luz y antorcha que facilite el camino.
Nos invitas a iluminar otras vidas, pues de la nuestra Tú te ocupas cada vez que vamos a ti cansados y agobiados. Tú nos descansas y sosiegas. Tú nos recuerdas el sentido de la vida y cuánto nos necesita el mundo.
Señor, no nos dejes hacernos insípidos, mediocres, con una vida carente de sentido. No nos dejes caer en esa vida loca que nos arrastra a todos: tener, correr, acumular, competir. Sala nuestro corazón con tu Amor.
Gracias por contar con nosotros.
Gracias por hacernos tus compañeros de tarea.
Gracias por haberte hecho el encontradizo y mantenernos a tu lado, en tu Iglesia.
Tú nos llamaste a cada uno y nos pusiste en misión.
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