31 enero 2023

Domingo 5 febrero: EL MEJOR TESTIMONIO ES NUESTRA VIDA

 EL MEJOR TESTIMONIO ES NUESTRA VIDA

Por José María Martín OSA

1.- Dos Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta entraron en la choza de un anciano que vivía solo. Al limpiar la casita encontraron una lámpara de cobre muy bonita, pero llena de polvo. Cuando la limpiaron pudieron comprobar que era preciosa. Una de las Hermanas preguntó al anciano: "¿Por qué no enciende la lámpara?". "¿Para qué, respondió, si nadie viene a verme?". Las Hermanas se comprometieron a visitarle todas las semanas y siempre se encontraban la lámpara encendida. Un buen día vieron a su llegada que la lámpara estaba apagada. Se lo dijeron y el anciano, feliz y lleno de paz, contestó: "Hermanas, ya no necesito encender más lámparas, porque en mi corazón ustedes han encendido una llama más viva".

2.- Cuando Jesús nos dice en este evangelio que "alumbre así vuestra luz a los hombres" está hablando de la lámpara de nuestro corazón, que se manifiesta en las buenas obras. La luz es para el otro. Con ella se ve, se puede caminar, ocultarla no tiene sentido. ¿Qué hacemos con la luz que el amor de Dios pone en nuestro corazón? Si la guardamos para nosotros termina apagándose, es como meterla debajo de la cama. La historia de arriba puede parecer muy simple, la típica historia con final feliz; sin embargo es real como la vida misma. Cada gesto de amor de una madre, cada detalle que demuestran los voluntarios que se han trasladado al sudeste asiático, cada gesto abnegado de los jóvenes que visitan a los ancianos en las residencias, encienden el corazón de las personas y hacen que ellas sean capaces de encender a los demás. Recuerdo la imagen de Forrest Gump cuando el protagonista de la película se acerca al teniente Dan postrado en su silla de ruedas. En un principio éste le rechaza, pero después el teniente nota que por lo menos hay alguien que se preocupa por él de verdad. Y acaba recobrando la alegría de vivir. Al final de la película aparece con unas piernas ortopédicas que le permiten andar. Se ha convertido en una nueva persona. Forrest ha sido su lámpara.....

3.- La sal sirve para conservar y para dar sabor. Para ello debe dejar el salero y disolverse en los alimentos. Así debe ser el cristiano: conservar la fe que ha recibido para transmitirla a los demás, deshacerse en favor del otro, darse por entero saliendo de sí mismo. Así podrá alegrar y dar sabor a este mundo triste y soso. Debemos preguntarnos si como cristianos transmitimos optimismo y vida o más bien tristeza y malhumor, como si ser seguidor de Cristo estuviera reñido con amor a la vida. Así los que nos contemplen dirán que no merece la pena ser cristiano, sobre todo se observan nuestra forma de celebrar la Eucaristía. ¿Acaso se nota que estamos celebrando una fiesta? También debemos preguntarnos si con nuestra forma de vivir somos transformadores de la sociedad en que vivimos. En el texto de Isaías, escrito en la época del post-exilio, se expresa claramente cuál es la voluntad de Dios para este mundo: "parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que está desnudo, y no te cierres a tu propia carne". El principal problema de la humanidad es la pobreza: la miseria material de masas de indigentes y la pobreza espiritual de tantas personas miserables que no saben compartir su riqueza material. Sólo nuestro testimonio será creíble si somos consecuentes en nuestra manera de actuar para que los alejados "vean nuestras buenas obras". ¿Por qué nuestra sociedad valora la labor realizada por Cáritas y, en cambio, es crítica con ciertas formas de presentarse la Iglesia en nuestro mundo? Obremos, dice San Agustín, en su comentario a este evangelio, "de tal manera que busquemos la gloria de Dios en quienes nos vean y nos imiten, y caigamos en la cuenta de que si él no nos hubiera hecho así, nada seríamos". Porque está claro que el mejor testimonio es nuestra propia vida.

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