R I T O S I N I C I A L E S
CANTO DE ENTRADA.
Que hermosa sois ¡Oh Madre Inmaculada! El mismo Dios formó tanta beldad. Te viste el sol tus pies calzan la luna, tu sien de estrellas coronada está.
¡Ah! Tiéndeme oh Madre una mirada de paz y amor me llene el corazón y con la fe que tu gracia me inspire ensalzaré tu Pura Concepción.
SALUDO Y MONICIÓN.
ACTO PENITENCIAL.
GLORIA.
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
ORACIÓN COLECTA.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA.
Lectura del libro del Génesis 3, 9-15. 20.
Después de comer Adán del árbol, el Señor Dios lo llamó y le dijo: «¿Dónde estás?».
Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».
El Señor Dios le replicó: «¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí».
El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?».
La mujer respondió: «La serpiente me sedujo y comí».
El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».
Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
PALABRA DE DIOS
SALMO RESPONSORIAL. Salmo 97.
Antífona: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.
El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.
SEGUNDA LECTURA.
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Efesios 1, 3-6. 11-12.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
Él nos eligió en Cristo, antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor.
Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
En él hemos heredado también, los que ya estábamos destinados por decisión del que lo hace todo según su voluntad, para que seamos alabanza de su gloria quienes antes esperábamos en el Mesías.
PALABRA DE DIOS
ALELUYA.
Antífona: Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las mujeres.
EVANGELIO.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1, 26-38.
En aquél tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”».
María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.
PALABRA DEL SEÑOR
HOMILÍA.
CREDO.
ORACIÓN DE LOS FIELES.
LITURGIA EUCARÍSTICA
OFERTORIO.
Canto:
Este pan y vino, Señor, se transformarán en tu cuerpo y sangre, Señor, en nuestro manjar.
Gracias al sol y al labrador, en el altar florecen hoy las espigas, los racimos que presentamos a Dios.
Lo que sembré con mi dolor, lo que pedí en mi oración, hoy son frutos, son ofrendas que presentamos a Dios.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.
PREFACIO Y SANTO.
PLEGARIA EUCARÍSTICA.
RITO DE LA COMUNIÓN
PADRE NUESTRO.
RITO DE LA PAZ.
CORDERO DE DIOS.
COMUNIÓN.
Canto:
Santa María de la esperanza, mantén el ritmo de nuestra espera, mantén el ritmo de nuestra espera.
Nos diste al esperado de los tiempos, mil veces prometido en los profetas. Y nosotros de nuevo deseamos que vuelva a repetirnos sus promesas.
Brillaste como aurora del gran Día, plantaba Dios su tienda en nuestro suelo. Y nosotros soñamos con su vuelta, queremos la llegada de su reino.
Viviste con la cruz de la esperanza, tensando en el amor la larga espera. Y nosotros buscamos con los hombres, el nuevo amanecer de nuestra tierra.
Esperaste, cuando todos vacilaban, el triunfo de Jesús sobre la muerte. Y nosotros esperamos que su vida, anime nuestro mundo para siempre.
Otro canto:
Hija de Sión, alégrate. Porque el Señor está en ti, Salvador y Rey.
Álzate y resplandece porque viene tu luz. Sobre ti se alza la Gloria del Señor. Mientras las tinieblas se extienden por la tierra. Y yacen los pueblos en densa oscuridad.
Hacia tu luz caminarán las naciones. Y los Reyes al fulgor de tu aurora. Alza los ojos y mira en torno tuyo. Todos tus hijos vienen a Ti.
Verás todo esto radiante de gozo. Te llenarás de emoción. Porque te llegan las riquezas de las gentes. Y vienen a Ti los tesoros del mar.
Te llamarán “Ciudad del Señor”. “Sión del Santo de Israel. Porque haré de Tí un objeto de orgullo. Causa de alegría por la eternidad.
Ya no será el Sol tu luz en el día. Ni te alumbrará la claridad de la Luna. Porque el Señor será tu luz eterna. Y tu belleza será tu Dios.
No se te ocultará nunca la Luna. Ni tu Sol conocerá el ocaso. Porque el Señor será tu Luz eterna. Los días de tu duelo llegaron a su fin.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
ORACIÓN.
RITO DE CONCLUSIÓN.
BENDICIÓN Y DESPEDIDA.
Canto.
Salve, Regina, Mater misericordiae; vita, dulcédo et spes nóstra, sálve. Ad te clamámus, éxules, fílii Evae. Ad te suspirámus, geméntes, et fléntes in hac lacrimárum válle. Eia ergo, Advocáta nóstra, íllos tuos misericórdes óculos ad nos convérte. Et Jesum, benedíctum frúctum ventris túi, nóbis post hoc exílium osténde. O clémens, O pía, O dúlcis Vírgo María.
O bien:
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra: Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
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