MONICIÓN SOBRE LAS LECTURAS 1.- La primera lectura de hoy procede del Libro del Eclesiástico. Y nos narra como Dios escucha las súplicas del pobre y del oprimido. Dice muy gráficamente el texto que “los gritos del pobre atraviesan las nubes hasta alcanzar a Dios. Y este fragmento nos va a recordar claramente lo que, después, nos contará el evangelio. S.- El salmo 33 es uno de los más bellos y emocionantes del Salterio. Prueba que Dios se ocupa de sus criaturas y que atiende a los hijos que gritan cuando se sienten afligidos. Hoy recitamos aquí unos pocos versos del salmo 33. Os recomendamos, muy sinceramente, que lo leáis íntegro, en cuanto os sea posible. En casa, tal vez, en la quietud de un momento de oración dirigida al Señor. 2.- Completamos hoy las lecturas que durante domingos sucesivos hemos hecho de la Segunda Carta del Apóstol San Pablo a Timoteo. De ahí han procedido nuestras segundas lecturas durante semanas. En esta de hoy, Pablo de Tarso se despide de Timoteo… y de la vida, ya que pronto iba a ser martirizado. Él ha recorrido el camino indicado por el Señor. ¿Y nosotros? ¿Lo hemos hecho? 3.- El evangelio de Lucas nos narra la parábola del Señor sobre el fariseo y el publicano que subieron a rezar al templo, tal como ya hemos dicho en nuestro saludo de entrada. Conviene que dediquemos tiempo a la meditación de esta parábola, para que nos demos cuenta si nuestra oración –nuestro cristianismo—está más cercano a la oración del fariseo que a la súplica del publicano. Jesús, como siempre, cuenta esa parábola para la gente de hoy. Es una advertencia a nosotros mismos, aquí y ahora. |
Lectura de Postcomunión MONICIÓN El anterior Pontífice, el inolvidable Juan Pablo II, compuso esta bella oración a Santa María. Nos parece muy indicado –hoy—repetir esa plegaria tan hermosa. Y más en estos momentos de quietud, tras comulgar. VIRGEN Y MADRE Oh Virgen santísima, Madre de Dios, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia, míranos clemente en esta hora.
Virgo fidélis, Virgen fiel, ruega por nosotros. Enséñanos a creer como has creído tu. Haz que nuestra fe en Dios, en Cristo, en la Iglesia, sea siempre límpida, serena, valiente, fuerte, generosa.
Mater amábilis, Madre digna de amor. Mater pulchrae dilectiónis, Madre del Amor Hermoso, ¡ruega por nosotros! Enséñanos a amar a Dios y a nuestros hermanos como les amaste tú; haz que nuestro amor a los demás sea siempre paciente, benigno, respetuoso.
Causa nostrae laetítiae, causa de nuestra alegría, ¡ruega por nosotros! Enséñanos a saber captar, en la fe, la paradoja de la alegría cristiana, que nace y florece en el dolor, en la renuncia, en la unión con tu Hijo crucificado: ¡haz que nuestra alegría sea siempre auténtica y plena para podérsela comunicar a todos! Amén. Exhortación de despedida Aprendamos de la enseñanza de Jesús que hoy nada da. Oremos al Padre con toda nuestra humildad, reconociendo nuestra fragilidad y confiando en la ternura del Dios para seguir adecuadamente nuestro camino de salvación.
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