Introducción
Ya desde la primera lectura, y bajo la encina de Mambré, Abrahán, enseña cómo ha de ser la acogida a todo aquél que llega, que siempre será creatua (hechura)de Dios, y por tanto conlleva acoger al mismo Dios, representado en la primera lectura por tres hombres que traen la buena noticia de la vida para Abrahán y Sara.
Es el mismo Dios el que sale a nuestro encuentro y acoge para dar su vida y ésta eterna.
Vida eterna que viene directamente por y de Cristo: esperanza de la gloria para todos. Este conocimiento de Cristo lleva al cristiano a verlo y entregarse en la persona del prójimo, sea de cualquier raza y religión y no hacer mal a su prójimo (Sal. 14).
El mayor y mejor ejemplo de acogida, y de sentirse acogido es el de Jesús en el evangelio de este domingo.
Marta y María, símbolos de la hospitalidad y escucha, ejemplifican y animan a acoger, a dar hogar a los que se acerquen y no dejarlos pasar de largo (1ª Lect.).
Es este domingo, un domingo especial por abrir cada casa-hogar, directa o indirectamente al prójimo. Si pedimos al Señor hospedarse en su tienda (Sal.) es porque el verdadero seguidor de Cristo es capaces de hospedar a todos y especialmente al que es distinto.
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