1.- Prójimo es quien me ayuda a pasar de una fe de conocimiento a una fe practicada y volcada en los demás
Prójimo es quien me invita a no instalarme en una piedad fría y bajar al sufrimiento del hombre
Prójimo es aquel que, sin darse cuenta, es acorralado por la sociedad opulenta robándole la riqueza interior
Prójimo es aquel que es vapuleado por la materialidad de las cosas y, una vez utilizado, es arrinconado en el olvido
Prójimo es aquel que inconscientemente se deja atacar en su dignidad antes que llevar o posicionarse en contra de las ideologías dominantes
Prójimo es aquel que ha sido arrastrado por las corrientes de lo inmediato, de lo pragmático y luego ha quedado sin respuestas tirado en el suelo
Prójimo es aquel que espera un detalle por nuestra parte y no sólo teorías o lecciones magistrales
2.- Prójimo es aquel que necesita de nuestro compromiso y de nuestra palabra, de nuestro consejo y de nuestra presencia. Lo contrario y lo más fácil, a veces, es dar un rodeo a las personas y a los acontecimientos, a los problemas y a las cruces que
salen a nuestro encuentro: “ojos que no ven… corazón que no siente”
Prójimo es aquel que creyendo vivir en la verdad ha sido asaltado por los delincuentes de la mentira y de la farsa.
Prójimo es aquel que no puede o no sabe sostenerse por sí mismo; el zarandeado por el ladrón poderoso don dinero o el humillado por los usurpadores de conciencias y de las grandes verdades
Prójimo es aquel que, de la noche a la mañana, ha sido arrojado en el abismo de la incredulidad o de la desesperanza, de la tristeza o del desencanto por la vida
Prójimo es aquel que ha sido despojado de lo que era resorte y apoyo en su existencia por aquellos que cabalgan en el caballo del poder y del “todo vale” para que la sociedad se quede sin moral ni ética alguna
3.- Prójimos son, en definitiva, las personas que salen a nuestro paso en mil circunstancias y con mil nombres y apellidos.
Si Jesús, el Buen Samaritano de primera división por excelencia, salió al borde del camino para recogernos a los que estábamos perdidos. Si cargó con nosotros y
pagó con la moneda de su propia sangre por nosotros… ¿no debiéramos de interpelarnos si en nuestro cristianismo no nos atrincheramos en la doctrina olvidando su trasfondo?
Javier leoz
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