MONICIONES (Viernes Santo)
Inicial. (Antes de iniciar y salir el sacerdote)
Nos hemos reunido en este Viernes Santo, en el silencio y la oración, para conmemorar la muerte de Jesús en la cruz.
Tras el rito de entrada, la celebración consta de tres partes. En la primera parte, tiene lugar la Liturgia de la Palabra, en la que, junto a las lecturas del antiguo y nuevo testamento, escucharemos el relato de la Pasión y terminaremos haciendo una oración universal, por la Iglesia y por las necesidades del mundo entero.
En la segunda parte, nos será mostrada la Cruz de forma solemne y la adoraremos. Y en la tercera parte, comulgaremos con el Cuerpo de Cristo, consagrado ayer, en la conmemoración de la última Cena y que hemos adorado con solemnidad en el Monumento.
Ahora, puestos de pie, recibimos en silencio al celebrante, y a continuación, nos arrodillaremos todos, orando ante Dios desde lo profundo de nuestro corazón.
Primera Lectura.
La figura del siervo encarna todo el sufrimiento. Reúne y hermana dos suertes, al parecer irreconciliables; la humillación y la elevación, el sufrimiento y el triunfo, la muerte y la vida. Dios y los hombres testifican con el siervo que, el dolor inocente es redimido y redime.
Segunda Lectura.
Cristo es el auténtico Sacerdote del Nuevo Testamento. Sin embargo, esta condición suya no implicaba ningún privilegio: pasó por todo como cualquier hombre y no fue liberado de aquella muerte.
Pasión.
El relato de la pasión y muerte de Cristo, suena hoy con más fuerza que nunca. Tratemos de penetrar y entender el misterio de Jesús, que camina hacia la cruz y la acepta voluntariamente para salvarnos. Para nuestro vivir y nuestro morir, es decisivo que entendamos hoy la pasión y muerte de Jesucristo, pues el triunfo de la cruz es el anuncio de su resurrección.
Antes de la Oración Universal. (Después de la homilía)
Ante la muerte de Cristo no valen individualismos ni estrecheces de miras; todo es universal. La cruz de Cristo nos ha traído la salvación a todos los hombres. Por eso, nos unimos ahora en oración, por todas las necesidades de la Iglesia y del mundo.
Antes de la adoración de la Cruz. (Mientras van a buscarla)
La cruz es signo de muerte, de sufrimiento, y es anticipo de luz, de resurrección. En la cruz, instrumento de muerte, nosotros reconocemos la vida; en la cruz, patíbulo de condenados, nosotros vemos el triunfo de Cristo. Desde el primer Viernes Santo, la cruz es nuestro signo, nuestra victoria. Por eso, ahora la adoramos con reverencia sin movernos de nuestro sitio.
Antes de la Colecta. (Cuando se ha acabado de adorar la Cruz)
Tras adorar la Cruz de Cristo, muerto por la salvación de todos los hombres, vamos a pasar a recoger la Colecta, que tradicionalmente en este día, se dedica al mantenimiento de los Santos Lugares, donde Jesús vivió, murió y resucitó, que tan necesitados están de ayuda, máxime tras tantos años de enfrentamientos y pobreza extrema.
Antes de la comunión. (Mientras van a buscarla)
Hoy no celebramos la Eucaristía. Hoy contemplamos a Jesús muerto en la cruz. Pero en estos momentos de espera y dolor, nos acompaña también el Cuerpo de Cristo entregado por nosotros. Por eso, ahora comulgaremos de la Eucaristía que celebramos ayer.
Final. (Después de la oración de bendición)
Hermanos: tengamos esperanza. Cristo que ha muerto en la cruz, nos ha dicho: “Resucitaré al tercer día”. Nuestro velar junto al sepulcro será breve. La tiniebla y el dolor de nuestra vida se hará luz y gozo pascual.
Mañana, a las once de la noche, nos reuniremos de nuevo para la celebración más importante de todo el año litúrgico: la Vigilia Pascual.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.
(Viernes Santo)
En esta tarde Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a tí, mi soledad,
cuando en la cruz alzado y sólo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?
Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía,
se me ahoga en la boca pedigüeña.
Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo,
la llave santa de tu santa puerta. Amén.
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