10 diciembre 2020

LA ALEGRÍA DEL ADVIENTO: DOMINGO “GAUDETE”

Por Gabriel González del Estal


1.- El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido… Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios. Tanto la primera lectura de este domingo, del profeta Isaías, como el salmo responsorial, y también la segunda lectura del apóstol san Pablo, nos invitan a la alegría espiritual. Porque la alegría interior, la paz del alma, deben ser siempre una característica del cristiano, ya que, estando seguros de que Dios está con nosotros, que él es nuestro buen pastor, nada nos puede faltar. Esto lo podemos aplicar, por supuesto, al tiempo litúrgico y espiritual del Adviento, aunque, como, hemos dicho, el Adviento litúrgico sea un tiempo de preparación y penitencia espiritual. La penitencia y la mortificación del cristiano, en tiempo de Adviento, son una penitencia y una mortificación llenas de paz y esperanza, como, por otra parte, deben ser siempre la penitencia y la mortificación cristianas.
Todos los santos fueron personas llenas de paz y esperanza en medio de sus penitencias y mortificaciones, porque, como dice una frase muy conocida, un santo triste es un triste santo. El profeta Isaías se siente enviado por Dios para anunciar la liberación a un pueblo sufriente y esclavo. El Dios que nos anuncia el profeta Isaías es siempre un Dios misericordioso y liberador, que sacará a su pueblo del destierro y le permitirá reconstruir el templo de Jerusalén. Esto le llena al profeta de gozo y alegría. Pues bien, también nosotros, todos los cristianos, podemos sentirnos ungidos por nuestro Dios y llenos de gozo en este tiempo de Adviento, porque sabemos que Jesús, el Dios encarnado en Belén, vino y seguirá viniendo todos los días para salvarnos y redimirnos Seamos cada uno de nosotros bondadosos y misericordiosos, sobre todo con las personas más necesitadas. Cada uno de nosotros, los cristianos, podemos y debemos sentirnos enviados por Dios para ser corredentores del prójimo más necesitado, siguiendo e imitando a nuestro Redentor, Jesús. Que vivamos este tiempo de Adviento con verdadera alegría interior, sobre todo practicando el bien y llevando un mensaje de esperanza a todos los que nos necesiten

2.- Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador. En el salmo responsorial leemos estas palabras que canta María, llena de gozo, en el magnífico himno del Magnificat. Porque María fue el camino privilegiado que Dios escogió para llegarse hasta nosotros. Ella, consciente de la grandeza del Señor y de la humillación de su esclava, sabe que el Poderoso se ha valido de ella para hacer obras grandes y para hacer llegar su misericordia a sus fieles de generación en generación. En este tercer domingo de Adviento unámonos a María y cantemos con gozo las grandezas del Señor que viene a salvarnos.

3.- Estad siempre alegres… no apaguéis el espíritu… guardaos de toda forma de maldad. Estas palabras que san Pablo escribió en su primera carta a los Tesalonicenses pueden ser un buen resumen de la actitud que debemos tener nosotros en este tiempo de Adviento: alegría por la misericordia del Dios que viene a encontrarse con nosotros y purificación de nuestro espíritu, guardándonos de toda forma de maldad. Así haremos del Adviento un verdadero camino para llegar bien preparados a las fiestas de la Navidad.

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