PREPARACIÓN:
Antes de la salida del celebrante
Nos encontramos en el cuarto domingo de Aviento, preparándonos para celebrar la venida del Señor, que quiere nacer en el corazón de cada hombre; como Él quiso necesitar de María, así hoy quiere necesitar de nosotros para que también pueda nacer hoy, en la Nochebuena, en el corazón de todos los hombres.
AMBIENTACIÓN:
Luego del saludo inicial y antes del acto penitencial
El Señor nos manifiesta hoy el cumplimiento de la promesa del Mesías: gracias a la disponibilidad de María, la auténtica protagonista del Adviento, y a su acogida de fe, se revela el secreto mantenido en silencio durante siglos eternos: Dios hecho silencio en el seno de María, en el pesebre de Belén, en el taller de Nazaret y en lo alto de la cruz. Ese Dios que hoy y siempre nos está hablando y quiere comunicarse con nosotros.
1ª. LECTURA: (2 Sam 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16) (Ver texto)
Dios nos anuncia, por boca del Profeta la venida del Mesías, cuyo trono y Reino permanecerán para siempre en su presencia.
SALMO RESP.: (88, 2-5. 27. 29) (Ver texto)
R. Cantaré eternamente el amor del Señor.
2ª. LECTURA: (Rm 16, 25-27) (Ver texto)
El Apóstol no puede dejar de admirarse ante la realización del plan divino de reconstrucción elaborado por Dios, y que ahora es revelado.
EVANGELIO: (Lc 1, 26-38) (Ver texto)
Escuchamos ahora cómo, por la disponibilidad de María, el mismo Dios se hace hombre. Aclamémoslo jubilosamente cantando el Aleluya.
ORACIÓN DE LOS FIELES:
CELEBRANTE:
Hermanos, pensando en esta venida del Señor, que en días más vamos a celebrar, y atentos a las necesidades de todos, dirijamos nuestra plegaria al Padre.
GUÍA: A cada una de las peticiones responderemos orando:
"VEN SEÑOR, Y NO QUIERAS TARDAR MÁS"
v Padre, te pedimos por la Santa Iglesia y el Papa Francisco, para que por su anuncio de la Buena Nueva, los hombres descubramos tu presencia en medio nuestro, y por eso oramos...
v Señor, queremos que en nuestra Iglesia diocesana se realice una profunda conversión, según el Espíritu de Jesús, bajo la guía y permanente testimonio de nuestro Obispo, y por eso oramos...
v Dios de bondad, queremos una verdadera reconciliación entre todos, haciendo de Jesús el centro de nuestras vidas, para poder construir aquí y ahora, la civilización del amor, por eso oramos...
v Padre misericordioso, queremos que esta Navidad, por nuestra palabra y nuestra ayuda, en todos los que sufren o están necesitados renazca la esperanza y reciban la visita de tu Hijo, por eso oramos...
v Padre, queremos que en medio del ruido y algazara de estos días, sepamos recibir al Niño Dios, en el silencio y paz de nuestros corazones, haciendo realidad con nuestras manos tu Providencia, ayudando a nuestros hermanos, por eso oramos...
CELEBRANTE:
Señor, acoge n las plegarias de tu pueblo, que se alegra por la venida de tu Hijo en nuestra carne mortal; acógelas con el mismo amor que nos has manifestado con su nacimiento. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS:
Así como María, con sencillez y humildad, se entregó totalmente a Dios, así también tenemos que entregarnos nosotros al Padre, junto a estas ofrendas.
Al término del “Lavatorio de Manos” y cuando el celebrante vuelve al centro del altar y antes de la oración siguiente, se hace poner de pie a la asamblea
DIÁLOGO DEL PREFACIO:
Al iniciarse el Prefacio (antes de "El Señor esté con vosotros")
Alabemos al Padre, porque gracias a este memorial de la ofrenda hecha por Jesucristo, también nosotros, después de veinte siglos, somos santificados para ser pueblo de la Nueva y Eterna Alianza.
COMUNIÓN:
Al conmemorar el nacimiento del Mesías, ansiamos su venida definitiva, y mientras aguardamos que eso suceda, el mismo Jesús se nos da en el don de la Eucaristía para alimentar nuestra alma en esta espera.
COMUNIÓN ESPIRITUAL:
Al término de la distribución de la comunión.
Hermanos:
Todos aquellos que no han podido acercarse a recibir a Jesús Sacramentado, pueden hacer la Comunión Espiritual rezando la siguiente oración:
Creo Señor mío que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo
ardientemente recibirte dentro de mi alma;
pero, no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si te hubiese recibido, me abrazo
y me uno todo a Ti;
Oh Señor, no permitas que me separe de Ti.
Amén.
DESPEDIDA:
Que María, que creyó en el Ángel, nos facilite el camino hacia la llegada de Jesús, que sepamos disponer nuestros corazones para mejor recibirle en esta Nochebuena. ¡Ven, Señor; no tardes!
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