Liturgia de las Horas – Tercera Semana del Salterio-Adviento
R I T O S I N I C I A L E S
CANTO DE ENTRADA.
Cielos destilad el rocío. Nubes, derramad al justo. Ábrase la tierra y brote al Salvador. Ábrase la tierra y brote al Salvador.
Estad siempre alegres en el Señor. Os lo repito: “Estad alegres”. El Señor está cerca.
SALUDO, MONICIÓN, Y RITO DE LA CORONA DE ADVIENTO.
DESPUÉS DE ENCENDER LA VELA DE LA CORONA DE ADVIENTO.
Esperamos al Mesías con la lámpara de la fe y el amor.
Mantened la luz, alegraos, porque está cerca vuestra salvación.
ORACIÓN COLECTA.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA.
El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrará la estepa y florecerá, germinará y florecerá como flor de narciso, festejará con gozo y cantos de júbilo.
Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón.
Contemplarán la gloria del Señor, la majestad de nuestro Dios.
Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes; decid a los inquietos: «Sed fuertes, no temáis.
¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite, la retribución de Dios. Viene en persona y os salvará».
Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán; entonces saltará el cojo como un ciervo.
Retornan los rescatados del Señor.
Llegarán a Sión con cantos de júbilo: alegría sin límite en sus rostros. Los dominan el gozo y la alegría.
Quedan atrás la pena y la aflicción.
PALABRA DE DIOS
SALMO RESPONSORIAL. Salmo 145.
Antífona: Ven, Señor, ven a salvarnos.
El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos,
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos.
Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.
SEGUNDA LECTURA.
Lectura de la carta del apóstol Santiago 5, 7-10.
Hermanos, esperad con paciencia hasta la venida del Señor.
Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía.
Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca.
Hermanos, no os quejéis los unos de los otros, para que no seáis condenados; mirad: el juez está ya a las puertas.
Hermanos, tomad como modelo de resistencia y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.
PALABRA DE DIOS
ALELUYA.
Antífona: El Espíritu del Señor está sobre mí; me ha enviado a evangelizar a los pobres.
EVANGELIO.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 11, 2-11
En aquél tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».
Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito: "Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti".
En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
PALABRA DEL SEÑOR
HOMILÍA.
CREDO.
ORACIÓN DE LOS FIELES.
LITURGIA EUCARÍSTICA
OFERTORIO.
Canto:
En este mundo que Cristo que nos da, hacemos la ofrenda del pan. El pan de nuestro trabajo sin fin y el vino de nuestro cantar. Traigo ante Ti nuestra justa inquietud: Amar la justicia y la paz.
Saber que vendrás, saber que estarás, partiendo a los pobres tu pan. (Bis)
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.
PREFACIO Y SANTO.
PLEGARIA EUCARÍSTICA.
RITO DE LA COMUNIÓN
PADRE NUESTRO.
RITO DE LA PAZ.
CORDERO DE DIOS.
COMUNIÓN.
Canto:
Esperando, esperando. Esperando al Mesías que nos ha de salvar. Tierra y hombres que sueñan, porque Dios va a llegar. Esperando... Esperamos, Señor, tu venida, tu venida de verdad.
Buscamos la luz que nos guíe, y encendemos estrellas de papel. ¿Hasta cuándo, Señor jugaremos como niños con la fe? Aunque vanos discursos gritemos, pregonando una falsa hermandad. ¿Hasta cuándo, Señor, viviremos sin justicia y caridad? Esperando... Esperamos, Señor, tu venida, tu venida de verdad.
Esperando, esperando. Esperamos a un Niño, que en Belén nacerá, como nace en mi alma, si hay en mí Navidad. Esperando... Esperamos, Señor, tu venida, tu venida de verdad.
Villancicos alegres y humildes, nacimientos de barro y cartón, mas no habrá de verdad nacimiento, si a nosotros nos falta el amor. Si seguimos viviendo en pecado o hay un niño que llore sin pan, aunque suenen canciones y fiestas, no podremos tener Navidad. Esperando… Esperamos, Señor, tu venida, tu venida de verdad. (Bis)
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.
Jesucristo, Palabra del Padre,
luz eterna de todo creyente;
ven y escucha la súplica ardiente,
ven, Señor, porque ya se hace tarde.
Cuando el mundo dormía en tinieblas,
en tu amor tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.
Ya madura la historia en promesas,
sólo anhela tu pronto regreso;
si el silencio madura la espera,
el amor no soporta el silencio.
Con María, la Iglesia te aguarda
con anhelos de esposa y de madre,
y reúne a sus hijos en vela,
para juntos poder esperarte.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
(Himno de la Liturgia de las Horas-Adviento)
ORACIÓN.
RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN Y DESPEDIDA
Canto:
Como una tarde tranquila, como un suave atardecer, era tu vida sencilla en el pobre Nazaret, y en medio de aquel silencio Dios te hablaba al corazón.
Virgen María, Madre del Señor, danos tu silencio y paz, para escuchar su voz. Danos tu silencio y paz, para escuchar su voz.
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