19 marzo 2019

III DOMINGO DE CUARESMA

JOSE MARÍA CASTILLO
Las dos desgracias, que se cuentan en este relato, no son necesariamente dos hechos históricos. Todo el relato compone una parábola, que nos enseña cómo debemos interpretar y buscar una explicación a las desgracias que ocurren en la vida. La tendencia natural y frecuente se concentra en buscar quién es el culpable y, por eso mismo, el responsable de que haya sucedido tal o cual desgracia. Por eso, cuando nos van mal las cosas en la vida, mucha gente se pregunta: ¿Qué habré hecho yo mal para que me pase esto? O quizá, algunos comentan: ¿Qué hemos hecho para que nos pase esto?


Jesús responde que el problema no está en buscar el "culpable". Las desgracias y los males, que nos suceden en la vida, no son castigo de Dios contra nadie. Dios no es, ni se comporta, como un policía que anda buscando culpables, para castigarlos, haciéndoles sufrir o procurando que les ocurran desastres, cosas o situaciones indeseables.


La solución de los males, que se nos vienen encima, no está en "aplacar" a Dios, presuntamente ofendido o irritado. No. Nada de eso. La solución está en la "conversión". Esta palabra traduce el término griego metanoia, que indica "cambio de mentalidad"Jesús nos dice: "tenéis que cambiar en vuestra manera de pensar"O sea, no culpéis a Dios, sino pensad en la responsabilidad que todos tenéis en que este mundo se vea tan desquiciado. Todos somos responsables de que las cosas vayan tan mal. Y entre todos, con más bondad, honradez y honestidad, es como tenemos que arreglar las cosas. Y hacer más soportable esta vida.

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