29 enero 2019

LITURGIA DEL DOMINGO 4º DEL TIEMPO ORDINARIO “C”

3 DE FEBRERO DE 2019
Liturgia de las Horas – Cuarta Semana del Salterio

R I T O S    I N I C I A L E S

CANTO DE ENTRADA.
Cuando estamos reunidos en tu nombre, en medio de nosotros, en medio de nosotros, en medio de nosotros estás tú.

En medio de vosotros, hermanando caminos, uniendo corazones, encendiendo el amor, encendiendo el amor. 
   
SALUDO Y  MONICIÓN.

ACTO PENITENCIAL.

GLORIA.

ORACIÓN COLECTA.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA.
Lectura del libro de Jeremías 1, 4‑5. 17‑19

En los días de Josías, el Señor me dirigió la palabra: «Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te constituí profeta de las naciones. 
Tú cíñete los lomos: prepárate para decirles todo lo que yo te mande.
No les tengas miedo, o seré yo quien te intimide. 
Desde ahora te convierto en plaza fuerte, en columna de hierro y muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y al pueblo de la tierra. 
Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte.» Oráculo del Señor.
     PALABRA DE DIOS


SALMO RESPONSORIAL. Salmo 70.
Antífona: Mi boca contará tu salvación, Señor. 

A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame.

Se tu mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú, Dios mío, líbrame de la mano perversa.

Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías.
  
Mi boca contará tu justicia, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas.

SEGUNDA LECTURA. 
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 31‑13, 13

Hermanos: 
Ambicionad los carismas mayores. Y aún os voy a mostrar un camino más excelente. 
Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde. 
Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada. 
Si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría. 
El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. 
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 
El amor no pasa nunca. 
Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará.
Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará. 
Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño. 
Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios. 
En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor.   
PALABRA DE DIOS

ALELUYA.
Antífona: El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad

EVANGELIO. 
Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 21‑30

En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír.» 
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. 
Y decían: «¿No es éste el hijo de José?» 
Pero Jesús les dijo: «Sin duda me diréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo", haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.» 
Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio.» 
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte, sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.  
PALABRA  DEL SEÑOR

HOMILÍA.

CREDO.

ORACIÓN DE LOS FIELES.

LITURGIA EUCARÍSTICA

OFERTORIO.
Canto:
Te ofrecemos Señor, lo que nos diste Tú.

La fe que sembraste en todos los hombres, el amor y la esperanza que llenan la vida.

El pan en las manos de tu sacerdote, el cáliz que ofrece por todos los hombres. 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

PREFACIO Y SANTO.

PLEGARIA EUCARÍSTICA.

RITO DE LA COMUNIÓN

PADRE NUESTRO.

RITO DE LA PAZ.

CORDERO DE DIOS.

COMUNIÓN.
Canto:
Si me falta el amor, no me sirve de nada.  Si me falta el amor, nada soy. (Bis)

Aunque yo dominara las lenguas arcanas y el lenguaje del cielo supiera expresar, solamente sería una hueca campana si me falta el amor.

Aunque todos mis bienes dejase a los pobres y mi cuerpo en el fuego quisiera inmolar, todo aquello sería una inútil hazaña si me falta el amor.

Aunque yo desvelase los grandes misterios y mi fe las montañas pudiera mover, no tendría valor, ni me sirve de nada, si me falta el amor. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.

Gracias, Señor, por venir a nosotros en tu Palabra y en tu Cuerpo, es tu presencia viva entre nosotros que nos reconforta y anima a ser misioneros en nuestro entorno, con nuestra vida.

Señor, tu viviste la incomprensión, en primer lugar de los más cercanos, de tu pueblo.  Tampoco a nosotros nos resulta fácil ser cristianos hoy.  Estamos en medio de una sociedad cada día más alejada de Dios, indiferente y que con frecuencia habla con ironía de la fe y el testimonio cristiano.

Como a Jeremías, también hoy nos dices a nosotros «no les tengas miedo... diles lo que yo te mando... yo estoy contigo”.  Ayúdanos a dar testimonio claro y coherente de nuestra fe.  Con el salmista te decimos «a tí, Señor, me acojo... mi peña y mi alcázar eres tú.»  

ORACIÓN.

RITO DE CONCLUSIÓN

BENDICIÓN Y DESPEDIDA.

Canto.
Sois la sal de la tierra, sois la luz del mundo.  Sois la luz del mundo, sois la sal de la tierra.

Vuestra luz es de Dios, luz del amor, así alumbre a los hombres con toda claridad.  Y vuestras obras buenas que puedan verlas, para dar gloria al Padre que en los cielos está.

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