05 agosto 2016

Érase una vez...Las tres rejas

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El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice: 
– Oye maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia… 
– ¡Espera! -lo interrumpe el filósofo-. ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme? – ¿Las tres rejas? 
– Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto? 
– No. Lo oí comentar a unos vecinos. 
– Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que quieres decirme, ¿es bueno para alguien? 
– No, en realidad no. Al contrario… 

– ¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta? – A decir verdad, no. 
– Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido. 
En el campamento, lo que se dice, se cuenta, se habla de los demás, es muy importante, como en cualquier grupo que tiene que vivir un tiempo juntos y donde se establecen relaciones humanas. Pero no sólo en el campamento. También el colegio, y en casa, y en la pandilla de amigos… Lo que se dice puede tener, muchas veces, consecuencias muy serias. El consejo del sabio es siempre muy importante para la convivencia. Y en realidad, para todas las circunstancias. No digas lo que no sabes si es o no verdad, lo que no es bueno para nadie ni lo que no es necesario. Ayudarás a crear muy buen ambiente en el grupo y en todo el campamento.

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