Hoy es 14 de marzo, lunes de la V semana de Cuaresma.
Es hora de hacer una pausa en medio de la vida. Es hora de hacer silencio para descubrirte y descubrir al Dios que te habita. En el silencio te encontrarás y le encontrarás. Y así podrás abrazar lo más profundo que inunda todo tu ser. El silencio te lleva a la escucha. Y en la escucha se te regala siempre Dios, tú Dios. El que te acompaña en todo momento.
La lectura de hoy es del evangelio de Juan (Jn 8, 12-20):
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Jesús les dirigió una vez más la palabra, diciendo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida”.
Los fariseos le dijeron: “Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no vale”.
Jesús les respondió: “Aunque yo doy testimonio de mí, mi testimonio vale porque sé de dónde vine y a dónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy.
Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie,
y si lo hago, mi juicio vale porque no soy yo solo el que juzga, sino yo y el Padre que me envió.
En la Ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido.
Yo doy testimonio de mí mismo, y también el Padre que me envió da testimonio de mí”.
Ellos le preguntaron: “¿Dónde está tu Padre?”. Jesús respondió: “Ustedes no me conocen ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre”.
El pronunció estas palabras en la sala del Tesoro, cuando enseñaba en el Templo. Y nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora.
No es fácil encontrar la esperanza, cuando en nuestra vida, en nuestra sociedad, los problemas crecen más y más. Pero Jesús nos dice, te dice a ti especialmente, que él es la luz del mundo. Detente y piensa qué tinieblas de tu vida necesitan ser iluminadas por él.
Al mismo tiempo, cada uno de nosotros podemos ser luz para otros. A través de palabras, de gestos, del testimonio concreto de lo que vivimos y creemos. Piensa en qué personas puedan necesitar que tú seas luz para ellos y piensa de qué manera tu vida puede mostrar a Jesús. Eso es ser testigo. Y es la invitación que se te hace hoy.
La lógica de Dios no es la lógica humana. Por eso su elección por la vida no se adecuada a criterios humanos. Eso les quiere hacer ver a sus discípulos, al decirles que él prefiere no juzgar. Vuelve a leer el evangelio de Juan. Siente dentro las palabras de Jesús y pídele que te de la gracia de conocerle internamente, para amarle y para seguirle.
Ahora Jesús te escucha. Está a tu lado, siendo tu luz. Háblale, desde lo más profundo de ti, de todo lo que viene a tu mente. Lo que hay en tu corazón. Él te mira con misericordia. Escúchale también a él. Tiene algo que decirte porque quiere ser luz en tu interior.
Tomad, Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad. Todo mi haber y poseer. Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta.
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