MONICIÓN DE ENTRADA
Muy buenos días (tardes, noches) queridos hermanos que este día nos reunimos para celebrar la Santa Eucaristía Saludos en este templo santo. Sean bienvenidos. Nos unimos también en oración con los hermanos que nos sintonizan a través de la radio.
El Cuarto Domingo de Cuaresma nos hace llegar a una nueva etapa en la historia de la salvación, aquella que se desarrolla en la tierra prometida, de la cual nos hablará la primera lectura. Pero nos exhorta también a llegar a la liberación del pecado, para entrar a la Pascua Eterna, según lo relatará el Evangelio de hoy.
Preparándonos para celebrar dignamente las cada vez más cercanas fiestas pascuales, comenzamos esta Eucaristía cantando...
Entre las etapas de la historia de la salvación que se nos han ido presentando en estos domingos de cuaresma, llegamos hoy a la cuarta, que se inicia con la entrada del pueblo de Dios a la tierra prometida. Allí vuelven a celebrar la Pascua, como memorial perpetuo de la salvación. Cesó el maná, que era el alimento provisional, y pudieron ya comer de la cosecha de la nueva tierra.
San Pablo nos recuerda que Dios ya nos reconcilió en Cristo y que ha encargado a la Iglesia la misión de predicar y realizar esa misma reconciliación, especialmente en este tiempo de cuaresma, preparándonos dignamente para la Pascua.
Escucharemos a continuación la parábola del hijo pródigo, o parábola de la misericordia, contada con exquisitos toques de Psicología, el mejor retrato de cómo es Dios y el camino de vuelta del pecador, y de cómo a veces los "justos" son poco misericordiosos de corazón.
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