A la paz de Dios:
Más de lo mismo, como en la lectura de ayer. Jesús se pone serio, hay cosas por las que no pasa. No pasa que den, demos, más importancia a la ley que a la misericordia. Que se busquen los asientos de honor, que se carguen pesados fardos sin mover un dedo.
El ser humano tiene la capacidad de engrandecer las pequeñas cosas, pero también de trivializar las más sagradas. La ley que tenía como origen el acercamiento de los hombres a Dios y de las personas entre sí, puede convertirse, por el mal uso, en una barrera que separa, de Dios y de los hermanos. Y nadie estamos exentos de caer en esta tentación.
Jesús alerta para evitar tres grandes tentaciones, individuales y como Iglesia: olvidarnos de la misericordia en nuestra vida cotidiana, querer ser más que los demás y convertir la religión en una pesada carga.
Vuestro hermano y amigo
Óscar Romano, cmf.
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