Hoy, en un lugar preferente, podemos colocar una imagen de María.
MONICIÓN DE ENTRADA
Hoy, último domingo de Adviento, las puertas de la casa están a punto de abrirse por completo y definitivamente. María, hoy, se hace centro. Es la madre que espera. Es la madre que ha abierto su cuerpo y su alma para que Dios actúe, en ella y en la historia, tal como Él suele actuar. Dios siempre es desconcertante y nos abre un horizonte mucho más amplio del que nosotros soñamos o del que nosotros nos atrevemos a pronunciar. Lo que para nosotros sería casi “tabú”, para Dios es noticia liberadora. Hoy, el viento arrollador de Dios Padre entra en nuestra casa por medio de María. Es imposible estar tristes o resignados. Unidos precisamente a ella, a María, abrimos hoy la puerta del Adviento PARA DESPERTAR ALEGRÍA.
Abrimos, pues, la puerta del panel y aparece la última frase de ese Adviento:“PARA DESPERTAR ALEGRÍA”.
ACTO PENITENCIAL
• Porque nos es más fácil construir templos a Dios que vivir día a día el seguimiento callado de Jesús. SEÑOR, TEN PIEDAD.
• Porque el misterio de Dios hecho hombre para nuestra vida plena se nos va convirtiendo en rutina a lo largo de los años. CRISTO, TEN PIEDAD.
• Porque muchas veces, acoger a Jesús en nuestras vidas es para nosotros más un problema que una alegría. SEÑOR, TEN PIEDAD.
LA CORONA DE ADVIENTO
Es la cuarta vela del Adviento, Señor.
La quinta vela eres Tú, que nos llegas en Jesús, pero aún no la encendemos.
La cuarta vela, sin embargo, está llena de envidia y quiere iluminarse toda entera
con la alegría de tu llegada.
A pesar de todos los pesares,
ésta es la vela de la alegría,
y le abrimos de par en par las puertas de la casa.
La quinta vela eres Tú, que nos llegas en Jesús, pero aún no la encendemos.
La cuarta vela, sin embargo, está llena de envidia y quiere iluminarse toda entera
con la alegría de tu llegada.
A pesar de todos los pesares,
ésta es la vela de la alegría,
y le abrimos de par en par las puertas de la casa.
¡Entra, Señor, y danos la alegría de tenerte! ¡Entra, Señor, y comunícanos
toda la esperanza que estamos necesitando! ¡Ven, Señor Jesús!
toda la esperanza que estamos necesitando! ¡Ven, Señor Jesús!
PREFACIO
Este domingo damos un especial relieve al momento del Prefacio, la acción de gracias al Señor. En este momento sube al altar un grupo de gente que lo rodea, con los brazos enlazados y en alto, mientras se recita el Prefacio. Podemos recitar el Prefacio II de Adviento hasta la frase “velando en oración y cantando su alabanza”.
Y continuamos:
LECTOR/A:
Acogemos, Padre, esta invitación tuya repetida a lo largo de todos estos días: queremos reconocerte
y abrirte las puertas de nuestra casa, quienquiera que quieras ser
y abrirte las puertas de nuestra casa, quienquiera que quieras ser
y a la hora que aparezcas.
Te damos gracias por tu venida, Señor.
Te damos gracias por tu venida, Señor.
TODOS: ¡GRACIAS, SEÑOR, POR TU VENIDA!
LECTOR/A:
Una vez más nos invitas
a preparar los caminos, los nuevos y los de siempre, por donde Tú vienes trayendo buenas noticias. Gracias, Señor.
a preparar los caminos, los nuevos y los de siempre, por donde Tú vienes trayendo buenas noticias. Gracias, Señor.
TODOS: ¡GRACIAS, SEÑOR, POR TU VENIDA!
LECTOR/A:
Porque cuentas con nosotros
para allanar colinas y valles
y para desterrar mentiras y opresiones. Gracias, Señor.
para allanar colinas y valles
y para desterrar mentiras y opresiones. Gracias, Señor.
TODOS: ¡GRACIAS, SEÑOR, POR TU VENIDA!
LECTOR/A:
Porque te pones en el camino por el que estamos caminando, para que podamos encontrarte. Gracias, Señor.
TODOS: ¡GRACIAS, SEÑOR, POR TU VENIDA!
LECTOR/A:
Porque entras en nuestra casa
y quieres transformarla,
hacerla abierta, nueva y diferente
para todos los que caminan y se acercan. Gracias, Señor.
y quieres transformarla,
hacerla abierta, nueva y diferente
para todos los que caminan y se acercan. Gracias, Señor.
TODOS: ¡GRACIAS, SEÑOR, POR TU VENIDA!
LECTOR/A:
Gracias por María,
que abrió las puertas de tu casa
y contigo entró en el mundo la ventolera del Espíritu, la alegría de la buena noticia de la vida.
Gracias, Señor.
que abrió las puertas de tu casa
y contigo entró en el mundo la ventolera del Espíritu, la alegría de la buena noticia de la vida.
Gracias, Señor.
TODOS: ¡GRACIAS, SEÑOR, POR TU VENIDA!
SACERDOTE:
Por eso, con la creación entera, cantamos sin cesar
el himno de tu gloria:
el himno de tu gloria:
Se entona ahora el SANTO y todo el mundo, puesto en pie, levanta los brazos en alto mientras se canta.
OFERTORIO: Un grupo de niños llevan flores a la imagen de María que hemos puesto desde el principio en un lugar preferente.
ACCIÓN DE GRACIAS después de la comunión.
Los mismos niños de antes rodean ahora la imagen de María. Pueden unírseles algunas personas mayores. Y todos juntos cantamos el Magníficat.
Los mismos niños de antes rodean ahora la imagen de María. Pueden unírseles algunas personas mayores. Y todos juntos cantamos el Magníficat.
MONICIÓN AL CANTO FINAL:
En este último domingo de Adviento se nos hace más presente la imagen de María, aquella que con su “SÍ”, abrió al mundo las puertas de la alegría y de la esperanza. Ella, entonces, dio gracias a Dios por todo lo que la había regalado a ella, que era una mujer sencilla. Cantamos juntos el “SÍ” de María.
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